31 de agosto de 2014

El odio en la furia disparó a mi corazón, miré quemando a quien me destruye desde que nací y entonces, atizé un manotazo brutal en la cabeza a otro, al dragón que incineró mi infancia.

Cuándo me parará el reloj

de su llave abierta al rojo

de sudar heridas mortales

que nunca acaban conmigo

dejadme perdonar, oh furias,

al mundo entero en su tragedia

para poder dormir solo una noche

feliz en hogar feliz

Sabio cansancio que se cae

rápido al romper el hueso

quiero escuchar mi última caída

lejos sin que se oiga

la venganza es tan sucia

que se desnuda y no es nada

romper al débil que te robó la vida

¡Qué triunfo!

A veces me creo que se puede morir uno de vergüenza

cuando los principios te miran silenciosos

y tú remas con tus abruptos golpes

el mar que desespera

hasta al Sol con su rutina

de volver y reír

para dar a la vida una edad más

porque tanto es para algo

y si dijeron luego

llega tarde el sueño

pero llega.

28 de agosto de 2014

No invitaré la trágica liturgia a desprender tu futuro.

Recibir es a veces despedir

un hálito convencido de libertad ,

para el asiento irredento de nuevos caballos ardientes

que desligan la dirección de tu mirada.

Las raíces te queman, las raíces te tiran,

fuertemente, hacia el candor de un recuerdo que es gloria tibia,

de las ternuras de tu vida.

Si pudieran apenas sus ascuas volar hacia ti,

brindarme una carretera de llamas de remembranzas

del cariño que se clavó en mi alma salvando mi infancia,

en la que correr lo que nunca he corrido

para, vendar los ojos al tiempo

y prometerte

echar una partida más a la vida

de la mano que otrora estrecharas mínima entre tus palmas

pero abierta hacia tus pasos.

Dijo Dostoievsky que la belleza salvaría al mundo,

hoy me basta con que te cuide,

que una brisa sobrenatural te arrope para terciar una llamada recóndita,

que un pensar repentino destaque una taumaturgia del espíritu

quiero, por el Dios que me habla cuando me atrevo a vivir,

que mi amor te oriente

y crezca silenciosa la tercera Jerusalén

en la savia perenne de tus destinos.