25 de marzo de 2013

Pasando página



Seguramente habréis oído más de una vez en vuestra vida la famosa expresión “pasar página”. “Hay que pasar página” te suelen decir sabias voces a tu alrededor, voces que desconocen las tormentas que te azotan, sea cual sea su origen o motivo. A los consejeros de sugerencia fácil, y a los escépticos de opiniones ajenas, me gustaría dedicaros esta entrada.

Como ya dije en cierta ocasión, todos escribimos nuestra propia historia. Segundo a segundo vamos completando la crónica de nuestra vida, de una forma única e irrevocable. Aunque no nos guste lo que escribimos, no podemos parar, y no existe típex o corrector que anule lo que nos sucede y va quedando en la memoria.

Siguiendo un poco con el símil de la literatura y la vida, no puedo más que resaltar el hecho de que a veces escribimos con trazo fino, y otras de forma más fuerte e intensa. La primera no deja marca alguna, mientras que la segunda traspasa irremediablemente los siguientes folios, que quedarán llenos de surcos totalmente legibles, para mayor desgracia del que desea seguir adelante, del que desea pasar página. Las hojas más próximas al acontecimiento del que queramos alejarnos serán las más difíciles de escribir, pues todavía se podrá leer con demasiada claridad lo que había detrás, y todo será confuso y caótico, pues no existe mayor anhelo que el poder continuar la narración sin que ésta se vea afectada por los Hechos previos.

Sin embargo, por muy frustrante que parezca en un principio, las marcas se irán haciendo cada vez más débiles, y página a página, será más difícil distinguirlas de entre las nuevas líneas. De forma natural, la estela que ahora contemples será la viva imagen de tu Historia reciente, y en el caso de que hayas vuelto al trazo fino, una flamante marea blanca e impoluta estará esperándote, impaciente de que plasmes en ella con viva tinta lo que está por venir.

Así que, agnósticos del consejo ajeno (entre los que me incluyo a veces), hoy me paso al otro lado y os digo: aunque creáis desesperar, aunque parezca que el Relato no avanza, escribid mucho, escribid fuerte, y vivid, que a fin de cuentas es a lo que hemos venido todos.

20 de marzo de 2013

Muerte

Paola me pidió que hablara de la vida después de la muerte.

Ha habido a lo largo de la historia del pensamiento humano numerosas escuelas y corrientes que han tenido como semilla germinadora de su esqueleto conceptual el vacío psicológico de la conciencia frente a la nada. El miedo a la nada. La angustia existencial, el nihilismo y la desvalorización de la realidad son reacciones ante una imagen: la muerte aniquiladora del individuo hacia la nada.

He tenido una atención e interés constante (según mis progenitores desde la edad de 3 años) a lo largo de mi existencia acerca de los hechos y las realidades que rodean la muerte, pero desde hace algunos años, no me importa ni niego la evidencia de mi muerte. Sé que me voy a morir, me parece natural y satisfactorio ese hecho en proporción con la vida que llegue a terminar en ese instante.

Sobre lo que ocurrirá conmigo en ese momento, consideró que desapareceré como individualidad y para la mayoría de las personas que conocen algo de mí. Me enterrarán, mi cuerpo se descompondrá a un ritmo científicamente adecuado mientras innumerables bacterias y anélidos consumirán lo que de mí puedan llamar nutrientes. Mis atómos se disgregarán por el mundo portados por las vidas que los vayan integrando y mi cuerpo será muchas cosas y ninguna mía.

En el momento en el que que colapsa y caduca la conservación de la homeostasia del cuerpo humano (por la razón que sea) y pasa el suficiente tiempo para que haya muerte neuronal, lo que compone mi marca o programación eléctrica de la información y estructuras que ha ido conformando la experiencia, la acción y el pensamiento se desliga de mi cerebro y desaparece ante los ojos de la física. Mi energía se transforma con actitud entrópica hacia el medio que me rodea.

Soy perfectamente consciente de que me voy a morir y no pongo protesta alguna en este hecho. He de decir que no recuerdo haber pagado ni una sola célula de las que traje al mundo y tengo la fortuna de poder perpetuarlas virtualmente aportándome el alimento y el agua necesarios. Ellas acceden muy generosamente a reproducirse y morirse con una periodicidad que permite el mayor rendimiento para el organismo. Osease para mí.

Tengo alma, lo creo y lo siento con una evidencia bastante más sólida que cualquier alocución pretenciosa. No tengo ningún conflicto ni necesidad de afirmación ajena a mi mente, mi sensibilidad y mi inteligencia a este respecto. Por tanto, por relación lógica inmediata se entiende que tengo atribuida una naturaleza trascendente a la muerte. Soy mucho más que el rostro que limpio cada mañana (por bello que me resulte ;)), que el cerebro que sostiene mis recuerdos, conocimientos, intuición y voluntad y que las piernas con las que tanto he caminado y que los ojos que tanto han sabido ver.

No tengo una impresión única ni exacta de lo que sucederá una vez haya muerto, pero he de decir que la idea del yo lindando esa frontera me resulta insalvable. Realmente considero que tan solo aquellas sentimientos y cualidades que hallamos elevado hasta la cima de lo perdurable tienen algún espacio en esa transcendencia.

El espacio de lo eterno está abierto por 10000 puertas. No hay que leer, buscar, atormentarse y congraciarse tanto para verlo. Sal y habla una noche con las estrellas y basta con eso, cállate de la vanidad del mundo que parloteas y escucha un poco a tu corazón. No es nada sutil ni inalcanzable ni tienes que morirte para sentir tu corazón henchido de la gracia de la plenitud ad infinitum.

La cuestión está en lo que haces con tu vida, la muerte solo es un espacio de continuidades con respecto a esto. Si no te ha importado tu vida, por qué lo iba a hacer tú muerte. Si has sido indolente, ruin, malvado, egoísta, cruel, lascivo o cualquier otra cosa que te alejara de la vida plena, qué más da la otra vida, ¡¿qué más quieres mamón?! Si tan mal te tratas en una presencia tan inmediata como es la de la vida...que no te amedrente el peso de lo eterno. Lo creas o no, la frontera entre tú y lo eterno está en tu conciencia y la muerte solo es un salto cualitativo de la misma.

Así que damas, caballeros y bufones vivan su vida como si fuera lo único realmente importante que pueden hacer hasta su muerte, restauren en ustedes la seriedad que tenían jugando cuando eran niños" y salgan disparados agitando las áureas alas más livianas que son las que nos nacen cuando perseguimos nuestros sueños que siempre es el firme y extático camino de la felicidad más auténtica.

Una reverencia picaresca a mi querida Paola y a mi buen Miguel.

4 de marzo de 2013

Freestyle 1.0



Vagando por las tinieblas del ánima,
contemplé hielo disfrazado de fuego
quemando un abismo vacío y lóbrego,
que regué con agua sabor a lágrima.

Cerré los ojos, esperando consuelo
aguardando el hechizo de Morfeo,
mas algo oscuro llegó sin quererlo
impidiéndome lo que tanto anhelo.

Desperté descubriendo que ya no duermo,
ahogada entre mudos llantos ausentes,
rasgando a la par con uñas y dientes
a este pobre corazón enfermo.

¿Por qué no siento
lo que llevo por dentro?
¿Por qué el espacio no es,
ni el tiempo es tiempo?
Quisiera llegar
donde todo lo entiendo
mas parezco quedarme
en el mero intento.

Vagando por las cenizas del ánima
hallé de nuevo un brote de esperanza,
que volvió a equilibrar la balanza,
permitiéndome así vencer la lástima.