19 de febrero de 2013

Dios mío, dios de todos.


¿Existe Dios, ser supremo?,
perfección, omnisciencia.
¿Somos su mención?,
¿O simple pura tangencia?
Él, providente con su creación,
¿apresados de su sentencia?.

Pues bien, en Dios yo blasfemo.
¿Perfección, omnipotencia?
¿Quién te da la mano?
¿Él, o mi presencia?
A Dios no temo, sino al humano.

Si fuéramos toda su esencia,
no quedaría mas que el pecado.
Animales de conciencia,
fuego, alma de troyano.
¡Dios!, dios tiene suplencia,
reside en el hombre mundano; 
forjado en la pura violencia;
sabedor de su extinción........
..........................................
¿dios?, eso es demencia
son notas de un piano,
palabras bien-sonantes,
cuentos de un anciano,
una historia alucinante.
La vida,...¿es en vano?


PD: Creedme que la foto no esta retocada.

16 de febrero de 2013

Eterno Cosmos


                Al fin me decido a lanzarme a la aventura con el pequeño reto de Maikel Monkey, quien me invitaba a hablar sobre el universo (eso de pequeño reto… en fin). Sin embargo, antes de comenzar con mi particular retahíla de reflexiones, creo necesario hablar sobre cierto trauma infantil que me persigue desde los seis años, con el que quizás se entienda mejor la inmensidad de esta petición.

                Si mal no recuerdo, se televisaba en cierto canal (que no viene al caso nombrar) cierta película (que tampoco viene al caso publicitar). En dicho celuloide, hallábase cierta escena de escaso minuto y medio que me marcó para el resto de mi vida. La escena sucedía en un parque, lleno de madres con sus pequeños y revoltosos niños, que jugueteaban ignorantes del peligro que se cernía sobre ellos. Una mujer, consciente de alguna manera del desastre que iba a acaecer, trataba desesperadamente de alertarles y prevenirles, pero ya era tarde: de la nada surgía una ola de fuego que engullía toda forma de vida, calcinando cuerpos de hombres, mujeres y niños indistintamente, convirtiéndolos en gárgolas de ceniza que segundos más tarde se pulverizaban debido a la onda expansiva del impacto. De esta manera, desaparecía cualquier rastro de humanidad que hubiese podido existir, dejando atrás meros escombros humeantes y restos de polvo y metal.

                A pesar descubrir (años más tarde), que el culpable de tal desastre había sido una bomba nuclear, en mi tierna e inocente niñez interpreté aquel apocalipsis como si fuese fruto de una colisión espacial. Un meteorito, vaya. Desde ese entonces, la semilla del miedo se sembró en mi subconsciente, de esa forma tan salvaje e irracional que sólo pueden inspirarte las desgracias impredecibles y catastróficas. Conforme fui creciendo y ganando consciencia sobre la vida y su efímera brevedad, dicho miedo se fue convirtiendo en un terror tan acusado que, al mínimo titular relacionado con asteroides, me echaba a temblar de pies a cabeza. Tal era mi desesperación, que me permitía el lujo de rezar a un Dios en el que ni siquiera creo (la mayor parte del tiempo). Véase aquí la doble moral del agnóstico, pero poco tiene que ver este apunte con el tema que nos atañe hoy (también nado entre delfines, como veis).

                Ahora, algo menos de dos décadas separan a esa niña frente al televisor y a la joven que está escribiendo ahora mismo, y muy poco ha cambiado en cuanto a este temor a los entes celestes se refiere. Un simple meteoro de dimensiones ínfimas en comparación al astro del que proviene puede acabar, en un suspiro, con cualquier rastro de vida en este mundo y con éste a su vez. Dicho conocimiento me empujó a generalizar mis miedos y englobar todo lo que la Bóveda encierra en su seno. Es por esto que me considero totalmente incapaz de mirar al cielo sin sentir la insignificancia de mi existencia corroyendo mis venas, lo cual me produce una extraña sensación de vacío (del cual en el universo hay mucho) que consigo llenar rápidamente apartando la vista de las estrellas y fijándola en el suelo, sintiendo mis manos y mis dedos. Sintiéndome tangible, real.

                ¿Cómo no sentirte intrascendente cuando, ahí arriba, millones de puntos brillantes nos observan desde distancias inconcebibles para la razón humana? Algunos de ellos murieron hace miles de años, y nosotros aún los vemos ahí, titilantes, velando todas y cada una de nuestras noches. Con total probabilidad moriremos antes de que podamos percibir que ya no están. Y nuestros hijos, y los hijos de nuestros hijos, y los hijos de los hijos de nuestros hijos. De la misma manera sucede con el nacimiento de estrellas, y sucederá con la compresión del universo, el fin de las eras, la Última Meca. ¿Cómo no llorar al darte cuenta de que apenas somos un lapso en el tiempo, un aleteo de mariposa, una gota en el océano? Tan minúsculos, imperceptibles y perecederos, y a la vez tan lúcidos de la realidad. ¿No es triste este conocimiento de nuestra nimiedad?

                Agh, sensación de vacío otra vez. Caigo en un oscuro abismo de abstracción astral que me lleva a preguntarme incluso por qué estamos aquí, o cual es nuestro papel en la toda esta Historia. Lo escalofriante es que probablemente, no exista tal papel, o que simplemente seamos el señor que limpia el escenario al final de la función, y tengamos poco o nada que ver en ella.

                Asusta, ¿eh? Me gustaría apartar la vista de la pantalla y fijarme en el suelo otra vez, negándome que existan cosas tan grandes, más allá de los rascacielos que veo o los aviones que me sobrevuelan todos los días. Pero no desearía marcharme sin resolver antes este frente abierto que he dejado sin quererlo (maldito Maikel Monkey). Intentando hacer frente a mis quimeras, hoy me voy a conceder la libertad de seguir observando al titánico Universo un poquito más.

                Hace algún tiempo, hablando un poco de este tema con uno de mis compañeros de pluma en este blog (Grian Dorcha, Maikel Monkey...), salió a la luz un vídeo de YouTube de un astrofísico y divulgador científico al cual no conocía, de nombre Neil deGrasse. En este vídeo, el señor deGrasse explicaba cuál era, a su parecer, lo más asombroso del universo. En relación a unos descubrimientos recientes, su respuesta fue la siguiente:

El hecho más asombro es el conocimiento que los átomos que constituyen la vida en la Tierra, los átomos que componen el cuerpo humano, se pueden rastrear a los crisoles que cocinaron los elementos livianos, en elementos más pesados en su núcleo bajo temperaturas y presiones extremas. Estas estrellas, las de mayor masa entre ellas, se hicieron inestables en sus últimos años, colapsaron y explotaron, desperdigaron sus entrañas enriquecidas a lo largo de la galaxia, entrañas hechas de carbón, nitrógeno, oxígeno y todos los ingredientes fundamentales para la vida misma. Estos ingredientes se convirtieron en nubes de gas que se condensaron, colapsaron y formaron la siguiente generación de sistemas solare, estrellas con planetas en órbita y esos planetas ahora tienen los ingredientes para la vida. Así que cuando veo el cielo nocturno... me doy cuenta de que, sí, somos partes de este universo y estamos dentro de este universo. Pero quizás, más importante que estos dos hechos, es que el universo está en nosotros. Cuando reflexiono sobre este hecho, miro hacia arriba. Mucha gente se siente pequeña porque ella es pequeña y el universo es grande, pero yo me siento grande, porque mis átomos vinieron de esas estrellas. Hay un nivel de conectividad. Eso es lo que realmente quieres en la vida, quieres sentirte conectado, quieres sentirte importante, partícipe de los acontecimientos, de las actividades y eventos que te rodean. Eso es precisamente lo que somos, sólo por estar vivos

Sin darme cuenta, había encontrado el consuelo que llevaba años buscando, si bien no respuesta a todas mis preguntas e inquietudes. Ese alivio me bañó con su calidez gratificante y alentadora, y aún ahora, después de haberlo visto innumerables veces, es lo único que consigue calmar mi desasosegada mente cuando las dudas me oprimen el alma.

Somos polvo de estrella, todos y cada uno de nosotros. Y aunque en proporción a esos gigantes estelares seamos menos que un diferencial infinitesimal, en nuestro interior compartimos su historia, su origen y su destino, tarde o temprano.

Por lo tanto ahora te pregunto a ti, lector: ¿tú qué crees que somos, grandes o pequeños?

Yo creo que lo decidiré cuando vuelva al Universo.

Nota: Por si alguien quiere verlo, éste es el vídeo de Neil deGrasse. Aunque ya he transcrito todo lo importante, la canción y las imágenes no tienen desperdicio ninguno.

http://www.youtube.com/watch?v=9D05ej8u-gU

Y para mis queridos cobloggistas, es la hora de la repartición bendita.

Maikel Monkey, cuéntame, ¿existe un Dios, o crees en él, o en algo sobrenatural que nos lidere?.

Aley,  ¿qué crees que sucede cuando morimos?


12 de febrero de 2013

Sentido.

A veces, es un mero y somero coqueteo con la pregunta, otras un atormentado deseo de presencia útil y armada, merecida y necesaria y, en el fondo, lo cierto es que nos intentamos justificar azorados y pudorosos por existir, vaya, por estar.

Mas en la fina y sutil frontera en la que el "yo sé" y el "yo creo" se funden aúreamente nace mi sentido. En el nacer del nuevo amanecer y morir en la nueva noche cada día de mi vida, en echar mil miradas diferentes al mismo mundo, en espiar torpemente el cambio, en subir a los hombros de gigantes para ver más allá que ellos, en dar vueltas y más vueltas sin retroceder un paso, en cantar sonriente a las sombras o en bailar con la Tierra mirando al Cielo.

Porque todos arrastramos una cruz, que más que milagro o maldición, es una oportunidad, un punto de conciencia. Ese es tu principio, tu poder.

Sin más, mi sentido es que existo, sin dudas, existo, aquí estoy y sé que estoy, por lo que indefectiblemente, en el fondo, sé que soy.

10 de febrero de 2013

¿Cómo lo iba a titular?


Mi volátil memoria me la jugó de nuevo. Antes de nada he de advertiros que no se concretamente que es lo que os voy a contar, ni siquiera el mensaje oculto ha tomado forma.

¿No os duele la actualidad?, las noticias diarias parecen novelas de terror relatadas con majestuosa frialdad, una tras otra. Cada día voy perdiendo sensibilidad, y me extraño cuando no ha habido una masacre o un escalofriante accidente con centenares de víctimas. Una de las consecuencias de la globalización resulta en conocer instantáneamente las desgracias que sesgan a la sociedad del mundo entero.

No veo luz para la humanidad, parece que solo queda la lucha interna por el uno mismo y que les den a todos los demás. Mal-citando a Isaac Asimov (si no lo he hecho antes, no lo recuerdo), la humanidad solo evolucionará a un nivel superior de entendimiento después de haber sufrido una guerra nuclear global. La primera vez que lo leí no logre entenderlo por completo. Pero creo que el humano es un ser con hambre por definición, codicioso, arrogante y avaricioso, consciente de que su vida se verá eclipsada por la muerte en cualquier momento. No quisiera dar mi opinión sobre una guerra nuclear, pero sí dar que pensar.

Yo por mi parte, no entiendo nada. Mi vida, en fin, aún estando el mundo en crisis económica, yo me encuentro impoluto. Nunca he vivido por encima de mis posibilidades, que creo que es una de las causas de la situación actual, mis padres son las personas mas trabajadoras que he conocido. Nunca han derrochado ni un solo céntimo.

El experimento de la humanidad, sería un buen nombre. Que asombrosa casualidad que la historia nos haya escupido hasta este mismísimo instante, instante en el que no sabes porque estas aquí y que es lo que estas leyendo. Aún sabiendo que nuestras vidas no tienen sentido en absoluto, nosotros seguimos haciendo lo que hacemos o necesitamos hacer, nos estresamos por ello.......reboot-system....

Quisiera que escribieseis sobre un par de temas si os apetece, tenéis tiempo ilimitado. Koala cuéntame sobre el espacio exterior: ¿somos grandes o pequeños?. Aley dime si existe un objetivo en la vida.

Así, así...

Y un impulso vehemente surge desde las honduras del esófago, un ímpetu sorpresivo pero claro de la voluntad de devolver y echar. Vuelve y llega ya definiéndose presencialmente en una calidez que inunda los resquicios de la boca con un sabor férrico a sangre.

Una ola que impacta contra la dentadura desviándose hacia al sumidero del piso de la boca y fluyendo impulsada hacia la bóveda palatina para caer cual cascada en una lámina que rodea la campanilla hasta acabar en la corriente de sangre que no para de vomitarse desde lo hondo. Y cierra...los ojos y apresa cual tenazas los dientes entre sí para no dejar escapar ni una gota de aquello que se le escapaba. Cerro la boca y el alma al aborto que acaecía desde su sima siniestra.

Todo él era sangre, sangre que desde el paladar volvió a su esófago, hirió de bilis ominosa las trampas del estómago, salto el esfínter de Oddi y llegó a una senda indigesta de inmundicias certeras. Lo quería en él, lo quería en él, lo quería en él, de tal manera que el anima sangrienta y fluidiza se transportó con sutileza inexplicable hacia la realidad neuronal.

Era como todo la maldita corteza cerebral colapsando en cada uno de sus abismos intersticiales con el escarlata de la vida, la sombra roja del derrame emético, era todo él sintiendo y cayendo en la potestad de la sangre...cerrando aún con fuerza sus ojos luchadores empezó a derramarse rojo en su mirada, cascadas de rojo teñían el negro de sus ojos cerrados. Las islas de de sus uñas se hacían de escarlata sin llegar derramar gota por ciencia infusa de la capilaridad y la mojabilidad de los fluidos y esas cosas científicas; entre la dermis y la epidermis una laguna de sangre se expandía haciendo que cada espacio de su cuerpo que no ocupaba su cuerpo estuviera lleno y pleno de esa sangre que no quería derramar, de ese aborto que quería contener. Era ya sangre por no querer derramar de sí, aquella sangre que anhelaba y amaba, quería no desdecirse del amor que elaboró desde el centro de la belleza del mundo. Voluntad de amor y sangre que destrozaba y teñía las sombras olvidadas de su cuerpo. Jajajaja,¿no es prodigioso?¿no es absolutamente monstruoso?

Jajajaja...

...jajajaja.

La sangre llegó a la risa, a la risa. Su sonrisa era un patio blanco, prístino y níveo... deslumbrante, hasta que desapareció por la sangre que a presión salía por entre los huecos de sus dientes, la sangre que con la tranquilidad que suele tener lo inevitable y fatal abría lentamente su boca mientras liberaba con la rabia de los acantilados que llevan milenios postergando su caída, el agua de la vida que ya no le pertenecía ni inspiraba.

Todo salió: por sus labios, por sus ojos y sus poros se sudaran las esencias contenidas y las cadencias pospuestas, todo se dejó ser hasta que el sueño le vino desde los siglos, desde lo siglos que le venían meciendo y llamando. Y se durmió en un mar de sangre que había parido, que había partido de su quebranto bendito...y se soñó, sin tiempo ni prisas, sin cantos ni risas, sin miedo. Sin miedo, se soñó, siglos y sigos, vientos de eternidad, caso de lo extraordinario. Duerme, duerme, le cantaban las estrellas, vamos, vete, vente, mira, calla, asciende, tanto duerme, sé, se es lo que se es. Sálvate y luego ven a verte, le sonreían los inmortales sin palabras.

Abrió los ojos y comenzó, inspirado por las artes de la geometría, a construir el más magnífico púlpito a Baudelaire. Le sentó, le beso la frente y le clavó un puñal en el corazón que se bebió toda su sangre. Pálido e inmensamente bello se dejó morir Charles con la cabeza ladeada.

Con una sonrisa etérea nuestro antiguo sangriento marchó a la montaña más alta del mundo y en las aguas del río que nacía de allí, limpió el puñal que no dejaba tinte alguno en la pureza de esas aguas. Durante horas la sangre de Baudelaire manaba del puñal y desaparecía en el agua. Cuando este trance culminó, bajó a las faldas de la montaña y clavó el puñal de donde creció al instante y a una rapidez serena y prodigiosa un arce plateado.

Llegaron a los oídos de su corazón los ecos de la risa libre, astral y eterna del amante Baudelaire...

7 de febrero de 2013

Rimas de mierda



Andaba yo todo preocupada por las notas de mis exámenes, visitando el correo sin parar, cuando, de repente, un e-mail salvaje asaltó mi buzón de entrada:

Miguel:

Te mando emails de amor 
Por estos raros lugares
Atravesando tierras y mares
Me corte la mano con el rotor

De camino a mordor
Me encontre....who cares!
Oh! mierda tricolor.

Inevitable la respuesta ante tan osado reto.

Paola:

Lágrimas de alegría
tus versos me hacen feliz
con esta sonrisa impía
le escupo a Juan Tamariz

Me alegra saber tus mierdas
necesito hacerte saber
porque con ello más me acercas
a tu oculto y siniestro ser

Aquí te escribo
sola y desamparada
contando las letras
para cuadrar la balada
Mas no sé decirte,
mi amado cagallero
Si esto es mierda
o es bolero

5 de febrero de 2013

A mis fantasmas

   En los resquicios de la mente dícese encontrar la forma más pura del pensar y el sentimiento. En esos lugares corretean juguetones la Palabra, el Concepto, y el Sentido, cogidos de la mano a veces, y otras no; la belleza propia de las cosas alcanza su máxima expresión; comprendemos, sentimos y desarrollamos la extraña capacidad de razonar (algunos más que otros).

   En los resquicios de la mente dícese hallar todo ésto y más, pero hoy no vine a hablar de la hermosura de las flores, ni del amor, ni del orgullo. Hoy vine a hablar de los fantasmas, esos espectros que persiguen a cada uno, y que comparten, cómo no, este espacio tan místico e incomprensible como es la psique.

   Fantasmas. Pequeñas voces que susurran, ecos del Grito de Munch, que yo me imagino también con esa misma expresión de desesperación y desconcierto, esa angustia trascendental que ahonda en lo más profundo del ánima. Lexías inconexas la mayor parte de las veces, resquebrajan tu determinación y minan la entereza del más valiente, llegando incluso a bloquear el raciocinio, convirtiéndonos en vasijas contenedoras de éstos murmullos incesantes, insufribles, testarudos, que te asaltan sin aviso, con el único pretexto de entorpecer tu avance en la vida, con el único placer de hacerte sufrir. Usando, ¿qué? Palabras, nada más. Son los saboteadores del axioma, los terroristas del alma. ¿Existe algún escudo para tales elementos? Me gustaría creer que sí. Que algún día sólo escucharé lo que mi corazón quiera dictarme, que las voces se extinguirán, de un momento a otro. Pero ésto no se consigue por méritos propios. Uno no puede nadar a contracorriente esperando alcanzar la orilla, si no tiene algo que le mantenga a flote o que tire de él. He aprendido, con el tiempo, que lo único que te permite llegar al otro lado cuando estás a punto de ahogarte es una mano ajena a tus propios brazos, que agitas inútilmente sin cesar. Una mano que con firmeza y afecto te guíe hasta la zona cero, donde los gruñidos mueren y tu mente encuentra el sosiego que buscaba. Encontrar esa mano es de vital importancia ya que sino, nos perdemos entre las tempestades y nos dejamos llevar por la fuerte corriente, indagando sin descanso en los motivos que nos llevan a tal desastre cuando, en realidad, los motivos son lo que menos importa.

   A los fantasmas en mi cabeza os digo: canallas, me hacéis mirar atrás a cada paso que doy, preguntándome si es verdad que he tropezado o no. Pellizcáis mi ocupada materia gris con preguntas que no sé responder, tiráis de mis brazos cuando intento seguir adelante. Hoy os digo que os busquéis otro hobby, pues he encontrado una mano fuerte que está llevándome lejos de vuestro alcance. Y os aviso de que no pienso soltarla.

2 de febrero de 2013

Amándolo

Se me rompió la vida en el paseo

desde la trampa atroz que siempre sueño

transmutó la sombra terca del irredento

aliento alado que nunca y siempre era

Nací con diez mil palabras desconocidas

y el sino del cangrejo roto que descamina

Llegué pronto, llegué tarde y solo el mundo

me acunaba

Rendí a la sombra, seguí la estrella y la vi

desnuda

en pura música.

-

Yo no soy un hombre

(Yo) no soy un Dios

soy una antigua imagen de la nada

de eterno laberinto

que nunca dice adiós.

1 de febrero de 2013

No entiendo el arte


Llevo un tiempo dándole vueltas a esto del arte, en concreto como se clasifican  los tipos de arte. Si piensas un poco en las variedades de expresión a través del arte, puedes empezar en la pintura, la música, la escultura, la arquitectura, escritura, y la danza o teatro. Pues bien estas son las artes básicas y originales, pero que hay de la fotografía, el cine (conocido como el séptimo), la restauración (arte de la gastronomía), la restauración en sí de antiguas obras de arte, la enología (mas ciencia)...

Siguiendo el camino anterior nos perderemos en el bosque de las artes o expresión del alma. Como ya bien dije el arte tiene como propósito ello mismo (si lo cree así, sigue leyendo), tras esa definición descartamos muchos tipos de arte, o mas bien la gran mayoría. Pues no se ha convertido en algo lucrativo...

En cuanto el arte busca el lucro y no el arte, éste pierde la mayor parte de su significado. Las grandes obras fueron creadas con propósitos distintos al lucro, por eso se venden ahora que sus creadores descansan en paz. El verdadero artista comienza regalando arte, y luego intentará vivir de ello irremediablemente. Cuando te encuentres frente una gran obra no debes observar el "objeto" en cuestión, ya sabes que es genuino, hay que abstraerse, buscar el contexto, el porque, en resumen, la vida de la obra y del artista, el alma.

Hay gente que dice que no entiende el arte, yo digo que no se han cruzado con el tipo adecuado de arte, o en realidad si que lo han hecho pero no le ponen ese nombre, por ejemplo el arte de amar, seguramente le produce vértigo ,ansiedad o felicidad, como a mi me lo produce la música o la pintura.

Por último quisiera clasificar el arte a mi manera. Para empezar éste surge de un sentimiento tan fuerte que se filtra por tus poros y sera percibido por los demás a través de los 5 sentidos, como manera de simplificar.
De esta manera existen pocas artes unisensoriales. No se puede hablar de pureza del arte en función de los sentidos que te sean necesarios para disfrutarla, es más, resulta más difícil de apreciar, en fin, yo no entiendo de arte.