17 de noviembre de 2013

Verborrea

                

                Tras la estocada, no quedan más que los restos de lo que otrora fue el escudo más fuerte, la mano más firme, el mandoble más temido. Las lágrimas rotas corrompen el alma del Imbatible, y lo abaten, para mayor vergüenza, para mayor deshonor del que se creyó Dios en pies de Hombre. Y sus rodillas caen, caen en un tiempo indefinido, que se expande mucho más allá del lapso de tiempo que abarca, caen en el Infinito, una y otra vez, en un bucle irrefrenable. ¿Qué fue de su fortaleza, de la cual estuvo tan orgulloso? ¿Qué fue de su templanza, de su temeridad, qué fue de todo aquello que le definió antes del Ocaso, antes de su derrota? Tras la estocada ya no queda nada, sólo un mar de dudas y desconfianza, miedo y fantasmas. Caminar sobre arenas movedizas es todo lo que queda, hasta el fin de sus días. Con temor de dar un paso al frente por si el final está un paso más cerca, siendo impensable el volver atrás, pues el camino fue tortuoso y desandarlo no es más que no vivir lo que le queda. Desvivirse por desentrañar el pasado no evoca más que desgracia, pero,  ¿cómo seguir andando, si se siente sin fuerzas, temeroso y desconfiado?


                Disculpadme, pues solo vine a vomitar malestar en forma de palabras vacías e inconexas de sentido en su totalidad. No albergo más que pesar por este malentendido de vocablos, de cuya finalidad no estoy hoy sintiendo orgullo alguno. No existe mensaje, pues no vine a transmitir uno como tal. 

6 de octubre de 2013

Reloj de aire

                      Lo único que calla todo el ruido es zambullirse en lo mas profundo y dejar de pensar en que te falta el aire. Evadiéndote puedes incluso olvidar el hecho de que tienes que respirar, tu cuerpo se relaja y todo está en calma.

                       Tus burbujas de aliento se escapan como las dunas de un reloj de arena que caen por su propio peso. Mientras que la arena cae, en otro mundo el aire sube hasta que se agota. Sólo queda la acción, una bocanada de aire, una vuelta de reloj.

2 de octubre de 2013

Anhelo


Quiero, mas no puedo
querer más de lo que debo.

Quiero poder querer más, 
pero querer más no es lo que debo: 
querer más es lo que yo más quiero.

14 de septiembre de 2013

La Melodía del Sabio

               
                El repentino despertar del sabio le sumió en la duda y el desconcierto. Llevaba tanto tiempo en aquel estado latente de reflexión y misticismo, que se sentía entumecido y abrumado ante la realidad, de nuevo expuesta ante sus ojos, de la que conocía tan poco en ese instante.

                Tomando el cayado que yacía a su vera, se izó el sabio una vez más, para explorar el mundo, vivirlo  y después volver a meditar. Era el eterno ciclo de su existencia, y con cada nuevo desvelar descubría y olvidaba a su vez todo lo que cosmos pudiese mostrarle. Creación y destrucción formaban parte a la par de aquel aprendizaje, por lo que negó todo cuanto supo, y se preparó para lo que estaba por ver.

                Anduvo mucho tiempo perdido entre los páramos brumosos de aquel terreno, habló con pájaros y escuchó lo que piedras y cantos pudieron contarle, mas demasiado hacía que el Hombre los había abandonado, y poco pudieron enseñarle. Se sumergió en heladas aguas, congeló sus cansados y callosos pies al caminar por la nieve, el cielo castigó su frágil cuerpo, y los árboles cesaron de darle cobijo. Consternado por la situación y lo deficiente de su nueva vivencia, se sentó a contemplar el paraje, intentando buscar algo nuevo, el regalo de lo desconocido.

                Fue en ese entonces cuando percibió el cantar de un extraño ser, que venía desde la lejanía. El cántico era melódico, lleno de matices suaves y cálidos, como el roce de un rayo de sol en una fría tarde de otoño. Cantaba a varias voces, que se mezclaban entre sí con una maestría y coordinación dignas del mejor elogio. Embelesado por la belleza de tal sonido, dejó llevar sus pasos sin percatarse de que se alejaba, con la premura del niño expectante, del refugio de los bosques.

                Presa del hipnótico hechizo de la gracia en su estado más puro, fue adentrándose poco a poco en la nueva civilización, plagada de ruidos y olores a los que no pudo prestar la mas mínima atención, tal era la fuerza del encantamiento. A poco estuvo de morir arrollado por el más extraño de los carruajes, pero ni eso fue capaz de frenar su inexorable caminar. De esta forma llegó a la fuente del sonido, lleno de ilusión y deseo.

                A pesar de que lo que encontró no era en absoluto lo que el sabio esperaba ver, no pudo articular siquiera palabras de descontento o expresar su asombro. Se trataba de un exótico artilugio de grandes dimensiones, a cuyo frente se sentaba una niña de tierna edad. Al aproximarse más descubrió que tocaba, llevada por la pasión, unas teclas blancas y negras que no podían pertenecer más que al instrumento. La joven, sumida en su propio universo, abrió los ojos y cesó el balanceo de su cuerpo para fijarse por primera vez en el anciano.

-          ¿Quién eres? – quiso saber, inconsciente de ante quién se hallaba.

                El sabio, quien no había tenido la oportunidad de aprender el nuevo idioma, negó con la cabeza, sin apartar la vista de las teclas. Señaló torpemente el artilugio, y después la señaló a ella. Sin embargo, a pesar de la sencillez de tal gesto, la niña comprendió enseguida y volvió a tocar. Cuando finalizó, alzó la vista y sonrió ampliamente, pletórica y ruborizada.

                El lento caminar del sabio hacia la niña se le hizo una eternidad. Con parsimonia y solemnidad se sentó a su lado, y posó suavemente un artrítico dedo sobre una de las teclas blancas. La niña rió, de forma cantarina y alegre ante el gesto de admiración del sabio, y se dispuso inocentemente a enseñarle a tocar.

                Dio entonces comienzo a una de las escenas más bellas jamás presenciadas a ojos del erudito, quien había olvidado todo para poder dejar lugar a aquella sublime experiencia. Sin necesidad de más comunicación que las propias notas, sabio y niña intercambiaron melodías y armónicos, silencios y corcheas, pero sobretodo sonrisas. No obstante cuando la chiquilla se levantó, con pesarosos ojos de despedida, el sabio rompió a llorar.

-          No temas. Puede que yo me marche ahora, pero la Música nunca se va. Está en cada uno de nosotros, en la tierra y en el agua, en la lluvia, el sol, las aves y el viento, no sólo en el piano. Puedes seguir creando música, donde quiera que estés, aunque no tengas tu instrumento cerca. Cuando sientas la llamada de la Melodía simplemente déjate llevar, pues no conoce de límites ni fronteras. El Mundo es tu instrumento, y está ahí para ti en todo momento. Mientras haya Mundo, habrá Música.

                Y con estas palabras, la niña marchó dejando al sabio atrás. Compungido frente a las teclas del piano, ya no pudo tocar más, pues notaba que sin la muchacha se había extinguido en él aquella poderosa fuerza que le impulsaba crear. Sintiendo que ya nada le quedaba en aquel lugar, volvió cabizbajo y desolado hacia el lugar en el que había despertado.

                Se sentó allí de nuevo, con los ojos llenos de lágrimas, percibiendo un inmenso vacío en su interior. Cerró los ojos, buscando de nuevo el consuelo del Sueño, mas no podía despejarse lo suficiente como para volver a dormitar. Sentía que aún le quedaba algo más que hacer en aquella Era: no había explorado tanto como le habría gustado, o tanto como sabía que hizo en otros tiempos. Pero el momento de meditar había llegado, y su Lapso se expiraba a un ritmo acelerado. Por primera vez en toda su historia, no deseaba que llegase ese momento. La ansiedad comenzó a carcomer su interior, mientras su mente se alejaba lentamente del cuerpo mortal, en contra de su voluntad. Aún le faltaba algo. Y no se trataba de ningún lamento relacionado con todo lo que todavía no había visto o experimentado.

                En los últimos instantes de consciencia, el sabio volvió a escuchar, suave como un murmullo, el rumor de la Naturaleza. Los pájaros piaban a lo lejos, los truenos rompían el horizonte más allá de donde la vista humana podía vislumbrar, y el siseo de las aguas le llegó tenue y difuminado. Fue entonces cuando, de improvisto, todo se reunió en una sola Gran Melodía, acompañándose todos los elementos entre sí, coordinados, perfectos, hermosos. No quiso partir sin hacer su pequeña aportación al conjunto, y mientras su corazón se paraba, henchido de felicidad, tamborileó con los dedos al son del compás del Mundo. Y así fue como el sabio marchó también, con un solo pensamiento de despedida:


                “El Mundo es mi instrumento, y esta es mi Melodía”


2 de septiembre de 2013

Compasión.

Estoy surcando en mi frente el signo continuo que guía los pasos de la vida radiante.

Estar siendo un ser enfrentado terminalmente a la impermanencia, requiere de la locura de estrechar sendas manos al enemigo: la derecha a la plenitud; la izquierda a la nada.

Siempre guardo mares en mi mirada para los escenarios de la ternura del mundo, que son sumideros del estado de la compasión.

¿Compasión?

Esa cosa pavisosa que dicen, que tiene, que vierte lástimas en las zanjas de la vida...

¡No!

Esa gloria del corazón que abre tanto el mundo que desborda la desgracia en la belleza, ese sueño santo del corazón curando.

¿Penar por mí con lágrimas y palmaditas desfilando? Antes, qué me corten la cabeza y la disparen al universo hasta llegar a cantar junto al bramido de los límites, que dejar que una sola de esas lágrimas moje mis cenizas, regando con su viscosidad los prados yermos de mi tumba en muerte.

Quiero rescatar el llorar con sangre transparente y pura los tesoros en el adiós, por sus presencias en el presente y no por su pérdida. Llorar con orgullo y honor, con pasión y candor a mi abuelo, a mi inocencia extraviada, a mi futuro ahogándose en mi libertad, a la sombra que me habla, a la luna que me hechiza, a las formas palpitantes de la realidad que hacen de su observación un espectáculo transitado por cimas y simas, circunferencias de centro omnipresente.

Pasión perfecta que guarde en su seno el respeto profundo por la dignidad ajena en la propia, esa, es mi compasión.

Allí habitan el grito nacido presentándose al mundo, el gemido de su madre que desliza nueva vida desde el fuego de sus carnes, el grito inveterado del guerrero que se entrega al furor de la batalla, el último estertor del viejo que muere con sonrisa, la trampa del niño en su pregunta, las penas del hombre y su sentido.

Guerra pasiva, hondo respeto, asimilación unitaria de la experiencia de vivir. Salmodia liviana, dulzura pícara y salvas silenciosas del arte de vivir.

¡Compasión!¡Compasión!¡Compasión!

Con pasión.

24 de mayo de 2013

Beauty


"Supongo que podría estar bastante cabreado con lo que me pasó, pero cuesta seguir enfadado cuando hay tanta belleza en el mundo. A veces siento como si la contemplase toda a la vez y me abruma. Mi corazón se hincha como un globo que está a punto de estallar... pero recuerdo que debo relajarme y no aferrarme demasiado a ella, y entonces fluye a través de mí como la lluvia y no siento otra cosa que gratitud por cada instante de mi estúpida e insignificante vida... No tienen ni idea de lo que les estoy hablando seguro, pero no se preocupen... algún día la tendrán."

18 de mayo de 2013

Jajajahihua...

-J.T. ¡Maldita sea! Como sigas así vas a acabar matándote.

- James Taylor, soy James Taylor, nada de J.T.,no me quites letras, las quiero todas, todas... -dijo lentamente y dejo caer cual reloj de arena una uniforme línea de cocaína sobre el dorso de su mano-.

- ¿Quieres que te enseñe mis cicatrices? La vida nos ha golpeado a todos, la fortuna baila con quien quiere. Buscas las disculpas de Dios en el fondo de tu puta droga.

-Matándome...eso tendría más coherencia que...este maldito latido que me recuerda la conciencia que viola a la memoria una y otra vez en... ese día.

(Oye perro impertinente, está usted en nuestra propiedad, esta noche es nuestra jajajahihua....Elige, la sonrisa del joker o el cascanueces, nosotros ponemos la música jajajahihua....Qué calor debes tener, traes demasiada piel jajajahihua).

-Jajajaja, eres todo un místico que estiras el yo como el universo: hacia la nada. Pero lo único que se te ilumina es la locura.

- Y tú un cínico cabrón que, sin embargo, no puede dejar a un amigo autodestruirse tranquilamente- replicó a la par que nevaba sus fosas nasales comos si aspirara el más puro aire de montaña-. Mi redención es el olvido y mis neuronas me hacen pecar...

(¡AAAHHH! ¿QUÉ QUERÉIS?....Lo tuyo más tuyo que tienes, la trampa secreta del niño, la puerta cerrada del cuerdo, las llaves del cielo perdido jajajahihua....Os juro que me vengaré....Hay seres que respiran el mar, otros en el aire flotan y los hay que por la tierra se arrastran como tú, nosotros somos distintos, el caos es nuestro medio y nada puede matarnos , todo nos acaba.....¡Matadme ya!).

-Te ayudaré a matarlos, haremos que se arrepientan de lo que hicieron, tendrás tu venganza y tu fría libertad.

-Nada haría eso, la venganza nada ofrece, ellos no son nadie. Yo me rompí en el caos y ellos son ahora como el puto sol, me da igual que exploten.

-¿Y qué piensas hacer?

-Esto. La memoria es su victoria, el olvido es mi venganza- se bebió la botella de ron hasta el final y se desmayó-.

(Jajajahihua.........................................)

15 de mayo de 2013

Fado filosófico.

Yo sueño la vida que pasa y regresa.

Me sueño morir, por pasos pasados, que pesan y penan en notas de fado.

Palacios pendientes de finos acuerdos, oscilan como espadas, sombras de Damocles.

Y mezclo aterrado, la sombra y la risa, porque lo que yo hice, yo lo quise. Y eso es una histérica risa por los suelos.

Que no es fácil morirse y el tiempo templa hasta en los soles furiosos, el grito y la llama. Porque cada composición se deshace por ser, el efecto perdido de una causa, que aún sabiéndose nunca se halla, nunca se perfecciona. Como la sombra que serpentea por la llama, tú escalas los abismos de la conciencia para saberte, electivamente, perdido.

No hay pasión que me soporte, en un rostro preciso, porque como el olor que evoca, yo respiro en cada evento lo soberbio. Aún traspuesto, aún psicótico, yo recorreré al vuelo de la esperanza el color de la noche, hasta que sentado en la brisa de la calma, encuentre en lo inaprensible las esencias de lo sublime.

Pace mis llanuras hasta que termines, de cada pasto su verdor, y dame a mi la tierra limpia, emplasto paciente de mi ferviente nación. Porque yo soy la patria de Israel, en tus carnes están sus fronteras y cuando el amurallado caiga abatido del viento del verbo, tú y yo seremos legión, en una sola cosa eterna de ti y de mí.

14 de mayo de 2013

Quebrantos

Yo abro de los hombres que ríen en el infierno, su singular camino. Reja palpitante de mis avernos, siempre iluminando de luz cobriza la presencia más anodina.

Y cuando en las noches del ayer, tú morías al nacer, tentaba yo a aullidos a la reina de la noche. Porque las sombras de mi inmolación, traen las auroras siempre, de un cenit, de un fénix. Ven monstruo y haz llorar al ave que renace, que juntos curaremos este mundo. Tú rompelo, que yo lo sumiré en mi amor, mi amante testigo.

Es demasiado trabajo, la venganza del deshonrado en su resentido orgullo, olvido, odio, oprobio, obsesión. Pues cada vez que en mis oídos restalla el clamor risueño de la sonrisa de un niño, vuelve a explosionar el mundo, intacto, con plena integridad de sus posibilidades.

Tú mata, tú engaña, tú traiciona, tú destroza,tú desprende haces de cinismo en las trazas de tus días, vendrá un niño riéndose desde el centro del universo y a proclamar ante una fuerza mucho más poderosa que la que tú albergarás jamás: no eres nada, no eres nada, no. ¡No!

Y yo, pobre infeliz, que ha tenido en los labios la luz besada del rielar en las aguas, me paro a abrir puertas que no merezco, que me rezan, que traen desgracia. Porque largo es el olvido que se elige como corta la vida miserable.

Masca la podredumbre y trae del cielo la campaña, frustrada de tus desvelos, furiosa de tus ensueños. ¿Crees que todo impulso humano mendiga felicidad? Jajajaja, pues salta y huele y persigue tus olores, persigue tus horrores, a ver en que abisal mar acabas cayendo mientras me traes noticias de tu error.

Investidura, yo dije, no me quiero morir sin dejarme hecho. Como los edificios, que tienen la decencia de no derrumbarse hasta estar terminados.

Yo lo dije y lo cumplí y aún ando aquí en la noche incólume, tricentenario con colgajos de carne sobre huesos desiertos que no me abandonan por no morirme.

Yo lo dije y lo cumplí y aquí estoy en la ubicuidad, mientras me ves amanecer abrazada a lo que tú crees que es el amor, mientras abres a tu hijo el mundo a la sombra de tus piernas, mientras la primavera os dice cada 365 días VIDA, en el comienzo puntual del universo, en vuestras guerras absurdas, en tu llanto solitario y sensible, en el padre que enseña humanidad a sus hijos, en el marido que destroza la dentadura de su mujer al paso inamovible de su puño. Aquí estoy, en la ubicuidad, íntegro ante vosotros, antes de vosotros, después, siempre.

Aquí estoy en la ubicuidad, puro.

25 de marzo de 2013

Pasando página



Seguramente habréis oído más de una vez en vuestra vida la famosa expresión “pasar página”. “Hay que pasar página” te suelen decir sabias voces a tu alrededor, voces que desconocen las tormentas que te azotan, sea cual sea su origen o motivo. A los consejeros de sugerencia fácil, y a los escépticos de opiniones ajenas, me gustaría dedicaros esta entrada.

Como ya dije en cierta ocasión, todos escribimos nuestra propia historia. Segundo a segundo vamos completando la crónica de nuestra vida, de una forma única e irrevocable. Aunque no nos guste lo que escribimos, no podemos parar, y no existe típex o corrector que anule lo que nos sucede y va quedando en la memoria.

Siguiendo un poco con el símil de la literatura y la vida, no puedo más que resaltar el hecho de que a veces escribimos con trazo fino, y otras de forma más fuerte e intensa. La primera no deja marca alguna, mientras que la segunda traspasa irremediablemente los siguientes folios, que quedarán llenos de surcos totalmente legibles, para mayor desgracia del que desea seguir adelante, del que desea pasar página. Las hojas más próximas al acontecimiento del que queramos alejarnos serán las más difíciles de escribir, pues todavía se podrá leer con demasiada claridad lo que había detrás, y todo será confuso y caótico, pues no existe mayor anhelo que el poder continuar la narración sin que ésta se vea afectada por los Hechos previos.

Sin embargo, por muy frustrante que parezca en un principio, las marcas se irán haciendo cada vez más débiles, y página a página, será más difícil distinguirlas de entre las nuevas líneas. De forma natural, la estela que ahora contemples será la viva imagen de tu Historia reciente, y en el caso de que hayas vuelto al trazo fino, una flamante marea blanca e impoluta estará esperándote, impaciente de que plasmes en ella con viva tinta lo que está por venir.

Así que, agnósticos del consejo ajeno (entre los que me incluyo a veces), hoy me paso al otro lado y os digo: aunque creáis desesperar, aunque parezca que el Relato no avanza, escribid mucho, escribid fuerte, y vivid, que a fin de cuentas es a lo que hemos venido todos.

20 de marzo de 2013

Muerte

Paola me pidió que hablara de la vida después de la muerte.

Ha habido a lo largo de la historia del pensamiento humano numerosas escuelas y corrientes que han tenido como semilla germinadora de su esqueleto conceptual el vacío psicológico de la conciencia frente a la nada. El miedo a la nada. La angustia existencial, el nihilismo y la desvalorización de la realidad son reacciones ante una imagen: la muerte aniquiladora del individuo hacia la nada.

He tenido una atención e interés constante (según mis progenitores desde la edad de 3 años) a lo largo de mi existencia acerca de los hechos y las realidades que rodean la muerte, pero desde hace algunos años, no me importa ni niego la evidencia de mi muerte. Sé que me voy a morir, me parece natural y satisfactorio ese hecho en proporción con la vida que llegue a terminar en ese instante.

Sobre lo que ocurrirá conmigo en ese momento, consideró que desapareceré como individualidad y para la mayoría de las personas que conocen algo de mí. Me enterrarán, mi cuerpo se descompondrá a un ritmo científicamente adecuado mientras innumerables bacterias y anélidos consumirán lo que de mí puedan llamar nutrientes. Mis atómos se disgregarán por el mundo portados por las vidas que los vayan integrando y mi cuerpo será muchas cosas y ninguna mía.

En el momento en el que que colapsa y caduca la conservación de la homeostasia del cuerpo humano (por la razón que sea) y pasa el suficiente tiempo para que haya muerte neuronal, lo que compone mi marca o programación eléctrica de la información y estructuras que ha ido conformando la experiencia, la acción y el pensamiento se desliga de mi cerebro y desaparece ante los ojos de la física. Mi energía se transforma con actitud entrópica hacia el medio que me rodea.

Soy perfectamente consciente de que me voy a morir y no pongo protesta alguna en este hecho. He de decir que no recuerdo haber pagado ni una sola célula de las que traje al mundo y tengo la fortuna de poder perpetuarlas virtualmente aportándome el alimento y el agua necesarios. Ellas acceden muy generosamente a reproducirse y morirse con una periodicidad que permite el mayor rendimiento para el organismo. Osease para mí.

Tengo alma, lo creo y lo siento con una evidencia bastante más sólida que cualquier alocución pretenciosa. No tengo ningún conflicto ni necesidad de afirmación ajena a mi mente, mi sensibilidad y mi inteligencia a este respecto. Por tanto, por relación lógica inmediata se entiende que tengo atribuida una naturaleza trascendente a la muerte. Soy mucho más que el rostro que limpio cada mañana (por bello que me resulte ;)), que el cerebro que sostiene mis recuerdos, conocimientos, intuición y voluntad y que las piernas con las que tanto he caminado y que los ojos que tanto han sabido ver.

No tengo una impresión única ni exacta de lo que sucederá una vez haya muerto, pero he de decir que la idea del yo lindando esa frontera me resulta insalvable. Realmente considero que tan solo aquellas sentimientos y cualidades que hallamos elevado hasta la cima de lo perdurable tienen algún espacio en esa transcendencia.

El espacio de lo eterno está abierto por 10000 puertas. No hay que leer, buscar, atormentarse y congraciarse tanto para verlo. Sal y habla una noche con las estrellas y basta con eso, cállate de la vanidad del mundo que parloteas y escucha un poco a tu corazón. No es nada sutil ni inalcanzable ni tienes que morirte para sentir tu corazón henchido de la gracia de la plenitud ad infinitum.

La cuestión está en lo que haces con tu vida, la muerte solo es un espacio de continuidades con respecto a esto. Si no te ha importado tu vida, por qué lo iba a hacer tú muerte. Si has sido indolente, ruin, malvado, egoísta, cruel, lascivo o cualquier otra cosa que te alejara de la vida plena, qué más da la otra vida, ¡¿qué más quieres mamón?! Si tan mal te tratas en una presencia tan inmediata como es la de la vida...que no te amedrente el peso de lo eterno. Lo creas o no, la frontera entre tú y lo eterno está en tu conciencia y la muerte solo es un salto cualitativo de la misma.

Así que damas, caballeros y bufones vivan su vida como si fuera lo único realmente importante que pueden hacer hasta su muerte, restauren en ustedes la seriedad que tenían jugando cuando eran niños" y salgan disparados agitando las áureas alas más livianas que son las que nos nacen cuando perseguimos nuestros sueños que siempre es el firme y extático camino de la felicidad más auténtica.

Una reverencia picaresca a mi querida Paola y a mi buen Miguel.

4 de marzo de 2013

Freestyle 1.0



Vagando por las tinieblas del ánima,
contemplé hielo disfrazado de fuego
quemando un abismo vacío y lóbrego,
que regué con agua sabor a lágrima.

Cerré los ojos, esperando consuelo
aguardando el hechizo de Morfeo,
mas algo oscuro llegó sin quererlo
impidiéndome lo que tanto anhelo.

Desperté descubriendo que ya no duermo,
ahogada entre mudos llantos ausentes,
rasgando a la par con uñas y dientes
a este pobre corazón enfermo.

¿Por qué no siento
lo que llevo por dentro?
¿Por qué el espacio no es,
ni el tiempo es tiempo?
Quisiera llegar
donde todo lo entiendo
mas parezco quedarme
en el mero intento.

Vagando por las cenizas del ánima
hallé de nuevo un brote de esperanza,
que volvió a equilibrar la balanza,
permitiéndome así vencer la lástima.

19 de febrero de 2013

Dios mío, dios de todos.


¿Existe Dios, ser supremo?,
perfección, omnisciencia.
¿Somos su mención?,
¿O simple pura tangencia?
Él, providente con su creación,
¿apresados de su sentencia?.

Pues bien, en Dios yo blasfemo.
¿Perfección, omnipotencia?
¿Quién te da la mano?
¿Él, o mi presencia?
A Dios no temo, sino al humano.

Si fuéramos toda su esencia,
no quedaría mas que el pecado.
Animales de conciencia,
fuego, alma de troyano.
¡Dios!, dios tiene suplencia,
reside en el hombre mundano; 
forjado en la pura violencia;
sabedor de su extinción........
..........................................
¿dios?, eso es demencia
son notas de un piano,
palabras bien-sonantes,
cuentos de un anciano,
una historia alucinante.
La vida,...¿es en vano?


PD: Creedme que la foto no esta retocada.

16 de febrero de 2013

Eterno Cosmos


                Al fin me decido a lanzarme a la aventura con el pequeño reto de Maikel Monkey, quien me invitaba a hablar sobre el universo (eso de pequeño reto… en fin). Sin embargo, antes de comenzar con mi particular retahíla de reflexiones, creo necesario hablar sobre cierto trauma infantil que me persigue desde los seis años, con el que quizás se entienda mejor la inmensidad de esta petición.

                Si mal no recuerdo, se televisaba en cierto canal (que no viene al caso nombrar) cierta película (que tampoco viene al caso publicitar). En dicho celuloide, hallábase cierta escena de escaso minuto y medio que me marcó para el resto de mi vida. La escena sucedía en un parque, lleno de madres con sus pequeños y revoltosos niños, que jugueteaban ignorantes del peligro que se cernía sobre ellos. Una mujer, consciente de alguna manera del desastre que iba a acaecer, trataba desesperadamente de alertarles y prevenirles, pero ya era tarde: de la nada surgía una ola de fuego que engullía toda forma de vida, calcinando cuerpos de hombres, mujeres y niños indistintamente, convirtiéndolos en gárgolas de ceniza que segundos más tarde se pulverizaban debido a la onda expansiva del impacto. De esta manera, desaparecía cualquier rastro de humanidad que hubiese podido existir, dejando atrás meros escombros humeantes y restos de polvo y metal.

                A pesar descubrir (años más tarde), que el culpable de tal desastre había sido una bomba nuclear, en mi tierna e inocente niñez interpreté aquel apocalipsis como si fuese fruto de una colisión espacial. Un meteorito, vaya. Desde ese entonces, la semilla del miedo se sembró en mi subconsciente, de esa forma tan salvaje e irracional que sólo pueden inspirarte las desgracias impredecibles y catastróficas. Conforme fui creciendo y ganando consciencia sobre la vida y su efímera brevedad, dicho miedo se fue convirtiendo en un terror tan acusado que, al mínimo titular relacionado con asteroides, me echaba a temblar de pies a cabeza. Tal era mi desesperación, que me permitía el lujo de rezar a un Dios en el que ni siquiera creo (la mayor parte del tiempo). Véase aquí la doble moral del agnóstico, pero poco tiene que ver este apunte con el tema que nos atañe hoy (también nado entre delfines, como veis).

                Ahora, algo menos de dos décadas separan a esa niña frente al televisor y a la joven que está escribiendo ahora mismo, y muy poco ha cambiado en cuanto a este temor a los entes celestes se refiere. Un simple meteoro de dimensiones ínfimas en comparación al astro del que proviene puede acabar, en un suspiro, con cualquier rastro de vida en este mundo y con éste a su vez. Dicho conocimiento me empujó a generalizar mis miedos y englobar todo lo que la Bóveda encierra en su seno. Es por esto que me considero totalmente incapaz de mirar al cielo sin sentir la insignificancia de mi existencia corroyendo mis venas, lo cual me produce una extraña sensación de vacío (del cual en el universo hay mucho) que consigo llenar rápidamente apartando la vista de las estrellas y fijándola en el suelo, sintiendo mis manos y mis dedos. Sintiéndome tangible, real.

                ¿Cómo no sentirte intrascendente cuando, ahí arriba, millones de puntos brillantes nos observan desde distancias inconcebibles para la razón humana? Algunos de ellos murieron hace miles de años, y nosotros aún los vemos ahí, titilantes, velando todas y cada una de nuestras noches. Con total probabilidad moriremos antes de que podamos percibir que ya no están. Y nuestros hijos, y los hijos de nuestros hijos, y los hijos de los hijos de nuestros hijos. De la misma manera sucede con el nacimiento de estrellas, y sucederá con la compresión del universo, el fin de las eras, la Última Meca. ¿Cómo no llorar al darte cuenta de que apenas somos un lapso en el tiempo, un aleteo de mariposa, una gota en el océano? Tan minúsculos, imperceptibles y perecederos, y a la vez tan lúcidos de la realidad. ¿No es triste este conocimiento de nuestra nimiedad?

                Agh, sensación de vacío otra vez. Caigo en un oscuro abismo de abstracción astral que me lleva a preguntarme incluso por qué estamos aquí, o cual es nuestro papel en la toda esta Historia. Lo escalofriante es que probablemente, no exista tal papel, o que simplemente seamos el señor que limpia el escenario al final de la función, y tengamos poco o nada que ver en ella.

                Asusta, ¿eh? Me gustaría apartar la vista de la pantalla y fijarme en el suelo otra vez, negándome que existan cosas tan grandes, más allá de los rascacielos que veo o los aviones que me sobrevuelan todos los días. Pero no desearía marcharme sin resolver antes este frente abierto que he dejado sin quererlo (maldito Maikel Monkey). Intentando hacer frente a mis quimeras, hoy me voy a conceder la libertad de seguir observando al titánico Universo un poquito más.

                Hace algún tiempo, hablando un poco de este tema con uno de mis compañeros de pluma en este blog (Grian Dorcha, Maikel Monkey...), salió a la luz un vídeo de YouTube de un astrofísico y divulgador científico al cual no conocía, de nombre Neil deGrasse. En este vídeo, el señor deGrasse explicaba cuál era, a su parecer, lo más asombroso del universo. En relación a unos descubrimientos recientes, su respuesta fue la siguiente:

El hecho más asombro es el conocimiento que los átomos que constituyen la vida en la Tierra, los átomos que componen el cuerpo humano, se pueden rastrear a los crisoles que cocinaron los elementos livianos, en elementos más pesados en su núcleo bajo temperaturas y presiones extremas. Estas estrellas, las de mayor masa entre ellas, se hicieron inestables en sus últimos años, colapsaron y explotaron, desperdigaron sus entrañas enriquecidas a lo largo de la galaxia, entrañas hechas de carbón, nitrógeno, oxígeno y todos los ingredientes fundamentales para la vida misma. Estos ingredientes se convirtieron en nubes de gas que se condensaron, colapsaron y formaron la siguiente generación de sistemas solare, estrellas con planetas en órbita y esos planetas ahora tienen los ingredientes para la vida. Así que cuando veo el cielo nocturno... me doy cuenta de que, sí, somos partes de este universo y estamos dentro de este universo. Pero quizás, más importante que estos dos hechos, es que el universo está en nosotros. Cuando reflexiono sobre este hecho, miro hacia arriba. Mucha gente se siente pequeña porque ella es pequeña y el universo es grande, pero yo me siento grande, porque mis átomos vinieron de esas estrellas. Hay un nivel de conectividad. Eso es lo que realmente quieres en la vida, quieres sentirte conectado, quieres sentirte importante, partícipe de los acontecimientos, de las actividades y eventos que te rodean. Eso es precisamente lo que somos, sólo por estar vivos

Sin darme cuenta, había encontrado el consuelo que llevaba años buscando, si bien no respuesta a todas mis preguntas e inquietudes. Ese alivio me bañó con su calidez gratificante y alentadora, y aún ahora, después de haberlo visto innumerables veces, es lo único que consigue calmar mi desasosegada mente cuando las dudas me oprimen el alma.

Somos polvo de estrella, todos y cada uno de nosotros. Y aunque en proporción a esos gigantes estelares seamos menos que un diferencial infinitesimal, en nuestro interior compartimos su historia, su origen y su destino, tarde o temprano.

Por lo tanto ahora te pregunto a ti, lector: ¿tú qué crees que somos, grandes o pequeños?

Yo creo que lo decidiré cuando vuelva al Universo.

Nota: Por si alguien quiere verlo, éste es el vídeo de Neil deGrasse. Aunque ya he transcrito todo lo importante, la canción y las imágenes no tienen desperdicio ninguno.

http://www.youtube.com/watch?v=9D05ej8u-gU

Y para mis queridos cobloggistas, es la hora de la repartición bendita.

Maikel Monkey, cuéntame, ¿existe un Dios, o crees en él, o en algo sobrenatural que nos lidere?.

Aley,  ¿qué crees que sucede cuando morimos?


12 de febrero de 2013

Sentido.

A veces, es un mero y somero coqueteo con la pregunta, otras un atormentado deseo de presencia útil y armada, merecida y necesaria y, en el fondo, lo cierto es que nos intentamos justificar azorados y pudorosos por existir, vaya, por estar.

Mas en la fina y sutil frontera en la que el "yo sé" y el "yo creo" se funden aúreamente nace mi sentido. En el nacer del nuevo amanecer y morir en la nueva noche cada día de mi vida, en echar mil miradas diferentes al mismo mundo, en espiar torpemente el cambio, en subir a los hombros de gigantes para ver más allá que ellos, en dar vueltas y más vueltas sin retroceder un paso, en cantar sonriente a las sombras o en bailar con la Tierra mirando al Cielo.

Porque todos arrastramos una cruz, que más que milagro o maldición, es una oportunidad, un punto de conciencia. Ese es tu principio, tu poder.

Sin más, mi sentido es que existo, sin dudas, existo, aquí estoy y sé que estoy, por lo que indefectiblemente, en el fondo, sé que soy.

10 de febrero de 2013

¿Cómo lo iba a titular?


Mi volátil memoria me la jugó de nuevo. Antes de nada he de advertiros que no se concretamente que es lo que os voy a contar, ni siquiera el mensaje oculto ha tomado forma.

¿No os duele la actualidad?, las noticias diarias parecen novelas de terror relatadas con majestuosa frialdad, una tras otra. Cada día voy perdiendo sensibilidad, y me extraño cuando no ha habido una masacre o un escalofriante accidente con centenares de víctimas. Una de las consecuencias de la globalización resulta en conocer instantáneamente las desgracias que sesgan a la sociedad del mundo entero.

No veo luz para la humanidad, parece que solo queda la lucha interna por el uno mismo y que les den a todos los demás. Mal-citando a Isaac Asimov (si no lo he hecho antes, no lo recuerdo), la humanidad solo evolucionará a un nivel superior de entendimiento después de haber sufrido una guerra nuclear global. La primera vez que lo leí no logre entenderlo por completo. Pero creo que el humano es un ser con hambre por definición, codicioso, arrogante y avaricioso, consciente de que su vida se verá eclipsada por la muerte en cualquier momento. No quisiera dar mi opinión sobre una guerra nuclear, pero sí dar que pensar.

Yo por mi parte, no entiendo nada. Mi vida, en fin, aún estando el mundo en crisis económica, yo me encuentro impoluto. Nunca he vivido por encima de mis posibilidades, que creo que es una de las causas de la situación actual, mis padres son las personas mas trabajadoras que he conocido. Nunca han derrochado ni un solo céntimo.

El experimento de la humanidad, sería un buen nombre. Que asombrosa casualidad que la historia nos haya escupido hasta este mismísimo instante, instante en el que no sabes porque estas aquí y que es lo que estas leyendo. Aún sabiendo que nuestras vidas no tienen sentido en absoluto, nosotros seguimos haciendo lo que hacemos o necesitamos hacer, nos estresamos por ello.......reboot-system....

Quisiera que escribieseis sobre un par de temas si os apetece, tenéis tiempo ilimitado. Koala cuéntame sobre el espacio exterior: ¿somos grandes o pequeños?. Aley dime si existe un objetivo en la vida.

Así, así...

Y un impulso vehemente surge desde las honduras del esófago, un ímpetu sorpresivo pero claro de la voluntad de devolver y echar. Vuelve y llega ya definiéndose presencialmente en una calidez que inunda los resquicios de la boca con un sabor férrico a sangre.

Una ola que impacta contra la dentadura desviándose hacia al sumidero del piso de la boca y fluyendo impulsada hacia la bóveda palatina para caer cual cascada en una lámina que rodea la campanilla hasta acabar en la corriente de sangre que no para de vomitarse desde lo hondo. Y cierra...los ojos y apresa cual tenazas los dientes entre sí para no dejar escapar ni una gota de aquello que se le escapaba. Cerro la boca y el alma al aborto que acaecía desde su sima siniestra.

Todo él era sangre, sangre que desde el paladar volvió a su esófago, hirió de bilis ominosa las trampas del estómago, salto el esfínter de Oddi y llegó a una senda indigesta de inmundicias certeras. Lo quería en él, lo quería en él, lo quería en él, de tal manera que el anima sangrienta y fluidiza se transportó con sutileza inexplicable hacia la realidad neuronal.

Era como todo la maldita corteza cerebral colapsando en cada uno de sus abismos intersticiales con el escarlata de la vida, la sombra roja del derrame emético, era todo él sintiendo y cayendo en la potestad de la sangre...cerrando aún con fuerza sus ojos luchadores empezó a derramarse rojo en su mirada, cascadas de rojo teñían el negro de sus ojos cerrados. Las islas de de sus uñas se hacían de escarlata sin llegar derramar gota por ciencia infusa de la capilaridad y la mojabilidad de los fluidos y esas cosas científicas; entre la dermis y la epidermis una laguna de sangre se expandía haciendo que cada espacio de su cuerpo que no ocupaba su cuerpo estuviera lleno y pleno de esa sangre que no quería derramar, de ese aborto que quería contener. Era ya sangre por no querer derramar de sí, aquella sangre que anhelaba y amaba, quería no desdecirse del amor que elaboró desde el centro de la belleza del mundo. Voluntad de amor y sangre que destrozaba y teñía las sombras olvidadas de su cuerpo. Jajajaja,¿no es prodigioso?¿no es absolutamente monstruoso?

Jajajaja...

...jajajaja.

La sangre llegó a la risa, a la risa. Su sonrisa era un patio blanco, prístino y níveo... deslumbrante, hasta que desapareció por la sangre que a presión salía por entre los huecos de sus dientes, la sangre que con la tranquilidad que suele tener lo inevitable y fatal abría lentamente su boca mientras liberaba con la rabia de los acantilados que llevan milenios postergando su caída, el agua de la vida que ya no le pertenecía ni inspiraba.

Todo salió: por sus labios, por sus ojos y sus poros se sudaran las esencias contenidas y las cadencias pospuestas, todo se dejó ser hasta que el sueño le vino desde los siglos, desde lo siglos que le venían meciendo y llamando. Y se durmió en un mar de sangre que había parido, que había partido de su quebranto bendito...y se soñó, sin tiempo ni prisas, sin cantos ni risas, sin miedo. Sin miedo, se soñó, siglos y sigos, vientos de eternidad, caso de lo extraordinario. Duerme, duerme, le cantaban las estrellas, vamos, vete, vente, mira, calla, asciende, tanto duerme, sé, se es lo que se es. Sálvate y luego ven a verte, le sonreían los inmortales sin palabras.

Abrió los ojos y comenzó, inspirado por las artes de la geometría, a construir el más magnífico púlpito a Baudelaire. Le sentó, le beso la frente y le clavó un puñal en el corazón que se bebió toda su sangre. Pálido e inmensamente bello se dejó morir Charles con la cabeza ladeada.

Con una sonrisa etérea nuestro antiguo sangriento marchó a la montaña más alta del mundo y en las aguas del río que nacía de allí, limpió el puñal que no dejaba tinte alguno en la pureza de esas aguas. Durante horas la sangre de Baudelaire manaba del puñal y desaparecía en el agua. Cuando este trance culminó, bajó a las faldas de la montaña y clavó el puñal de donde creció al instante y a una rapidez serena y prodigiosa un arce plateado.

Llegaron a los oídos de su corazón los ecos de la risa libre, astral y eterna del amante Baudelaire...

7 de febrero de 2013

Rimas de mierda



Andaba yo todo preocupada por las notas de mis exámenes, visitando el correo sin parar, cuando, de repente, un e-mail salvaje asaltó mi buzón de entrada:

Miguel:

Te mando emails de amor 
Por estos raros lugares
Atravesando tierras y mares
Me corte la mano con el rotor

De camino a mordor
Me encontre....who cares!
Oh! mierda tricolor.

Inevitable la respuesta ante tan osado reto.

Paola:

Lágrimas de alegría
tus versos me hacen feliz
con esta sonrisa impía
le escupo a Juan Tamariz

Me alegra saber tus mierdas
necesito hacerte saber
porque con ello más me acercas
a tu oculto y siniestro ser

Aquí te escribo
sola y desamparada
contando las letras
para cuadrar la balada
Mas no sé decirte,
mi amado cagallero
Si esto es mierda
o es bolero

5 de febrero de 2013

A mis fantasmas

   En los resquicios de la mente dícese encontrar la forma más pura del pensar y el sentimiento. En esos lugares corretean juguetones la Palabra, el Concepto, y el Sentido, cogidos de la mano a veces, y otras no; la belleza propia de las cosas alcanza su máxima expresión; comprendemos, sentimos y desarrollamos la extraña capacidad de razonar (algunos más que otros).

   En los resquicios de la mente dícese hallar todo ésto y más, pero hoy no vine a hablar de la hermosura de las flores, ni del amor, ni del orgullo. Hoy vine a hablar de los fantasmas, esos espectros que persiguen a cada uno, y que comparten, cómo no, este espacio tan místico e incomprensible como es la psique.

   Fantasmas. Pequeñas voces que susurran, ecos del Grito de Munch, que yo me imagino también con esa misma expresión de desesperación y desconcierto, esa angustia trascendental que ahonda en lo más profundo del ánima. Lexías inconexas la mayor parte de las veces, resquebrajan tu determinación y minan la entereza del más valiente, llegando incluso a bloquear el raciocinio, convirtiéndonos en vasijas contenedoras de éstos murmullos incesantes, insufribles, testarudos, que te asaltan sin aviso, con el único pretexto de entorpecer tu avance en la vida, con el único placer de hacerte sufrir. Usando, ¿qué? Palabras, nada más. Son los saboteadores del axioma, los terroristas del alma. ¿Existe algún escudo para tales elementos? Me gustaría creer que sí. Que algún día sólo escucharé lo que mi corazón quiera dictarme, que las voces se extinguirán, de un momento a otro. Pero ésto no se consigue por méritos propios. Uno no puede nadar a contracorriente esperando alcanzar la orilla, si no tiene algo que le mantenga a flote o que tire de él. He aprendido, con el tiempo, que lo único que te permite llegar al otro lado cuando estás a punto de ahogarte es una mano ajena a tus propios brazos, que agitas inútilmente sin cesar. Una mano que con firmeza y afecto te guíe hasta la zona cero, donde los gruñidos mueren y tu mente encuentra el sosiego que buscaba. Encontrar esa mano es de vital importancia ya que sino, nos perdemos entre las tempestades y nos dejamos llevar por la fuerte corriente, indagando sin descanso en los motivos que nos llevan a tal desastre cuando, en realidad, los motivos son lo que menos importa.

   A los fantasmas en mi cabeza os digo: canallas, me hacéis mirar atrás a cada paso que doy, preguntándome si es verdad que he tropezado o no. Pellizcáis mi ocupada materia gris con preguntas que no sé responder, tiráis de mis brazos cuando intento seguir adelante. Hoy os digo que os busquéis otro hobby, pues he encontrado una mano fuerte que está llevándome lejos de vuestro alcance. Y os aviso de que no pienso soltarla.

2 de febrero de 2013

Amándolo

Se me rompió la vida en el paseo

desde la trampa atroz que siempre sueño

transmutó la sombra terca del irredento

aliento alado que nunca y siempre era

Nací con diez mil palabras desconocidas

y el sino del cangrejo roto que descamina

Llegué pronto, llegué tarde y solo el mundo

me acunaba

Rendí a la sombra, seguí la estrella y la vi

desnuda

en pura música.

-

Yo no soy un hombre

(Yo) no soy un Dios

soy una antigua imagen de la nada

de eterno laberinto

que nunca dice adiós.

1 de febrero de 2013

No entiendo el arte


Llevo un tiempo dándole vueltas a esto del arte, en concreto como se clasifican  los tipos de arte. Si piensas un poco en las variedades de expresión a través del arte, puedes empezar en la pintura, la música, la escultura, la arquitectura, escritura, y la danza o teatro. Pues bien estas son las artes básicas y originales, pero que hay de la fotografía, el cine (conocido como el séptimo), la restauración (arte de la gastronomía), la restauración en sí de antiguas obras de arte, la enología (mas ciencia)...

Siguiendo el camino anterior nos perderemos en el bosque de las artes o expresión del alma. Como ya bien dije el arte tiene como propósito ello mismo (si lo cree así, sigue leyendo), tras esa definición descartamos muchos tipos de arte, o mas bien la gran mayoría. Pues no se ha convertido en algo lucrativo...

En cuanto el arte busca el lucro y no el arte, éste pierde la mayor parte de su significado. Las grandes obras fueron creadas con propósitos distintos al lucro, por eso se venden ahora que sus creadores descansan en paz. El verdadero artista comienza regalando arte, y luego intentará vivir de ello irremediablemente. Cuando te encuentres frente una gran obra no debes observar el "objeto" en cuestión, ya sabes que es genuino, hay que abstraerse, buscar el contexto, el porque, en resumen, la vida de la obra y del artista, el alma.

Hay gente que dice que no entiende el arte, yo digo que no se han cruzado con el tipo adecuado de arte, o en realidad si que lo han hecho pero no le ponen ese nombre, por ejemplo el arte de amar, seguramente le produce vértigo ,ansiedad o felicidad, como a mi me lo produce la música o la pintura.

Por último quisiera clasificar el arte a mi manera. Para empezar éste surge de un sentimiento tan fuerte que se filtra por tus poros y sera percibido por los demás a través de los 5 sentidos, como manera de simplificar.
De esta manera existen pocas artes unisensoriales. No se puede hablar de pureza del arte en función de los sentidos que te sean necesarios para disfrutarla, es más, resulta más difícil de apreciar, en fin, yo no entiendo de arte.

30 de enero de 2013

Obsolescencia programada

Así es como se conoce al fenómeno por el cual las cosas tienden a fabricarse con fecha de caducidad. Un fabricante decide, a priori, antes de lanzar su producto final, que el nuevo Iphone 5 tendrá una vida útil de 3 años, por ejemplo. Y con vida útil no me refiero a que saquen el Iphone 6 en 3 años, y tu viejo Iphone se quede "out-of-fashion", sino que ese teléfono que se supone que aún debería funcionar perfectamente, tras 3 años, deja de hacerlo. Comienza a fallar sin motivo alguno, pero no es un fallo fruto del azar o la mala suerte, ni siquiera de un mal uso. Es un fallo totalmente premeditado, establecido a posta, para que por necesidad, acabes invirtiendo en el mismo producto (mejorado y más caro, eso sí). Y con el Iphone no hago más que una exageración, ya que éste "fenómeno" se aplica en cualquier proceso productivo, ya sea en lavadoras, frigoríficos, bombillas, y una larga lista de ejemplos y demás etcéteras.

Existe una bombilla en una estación de bomberos de no sé dónde exactamente, que lleva encendida desde hace más de 100 años. Una prueba bastante evidente de que, si las cosas se hacen con cuidado y bien, perduran.

¿El por qué de que esto exista? En principio, se pensó como una solución a la Depresión económica americana: para poder sacar la economía adelante, había que obligar al consumismo. Pero ... eso quedó atrás hace ya mucho, ¿no?

Si queréis comprobar la existencia de este fenómeno tan curioso y materialista en la vida real, basta con llevar algo a arreglar, y que el amable señor de la tienda te acabe aconsejando: "Sale más rentable comprar uno nuevo que arreglarlo" Que este mundo se agota, decían. Que volveremos a vivir en cuevas, decían.

- Enviado desde mi Iphone 5

27 de enero de 2013

La risa flamenca, ¡flamenca!

Me entra la risa flamenca con aquellas personas que viven manipulando los deseos de los demás. Porque cuando al fin lo consiguen, se suben al sitio más alto que encuentran (pongamos que un taburete), y con el ánimo más triunfal gritan con pasión: ¡Vencí! Tras lo cual se vuelven a bajar con las manos vacías y una vaga sensación de que no tienen ni puta idea de lo que es la vida.

23 de enero de 2013

Definición



Mi vuelta a los ruedos no sera anunciada, pero para mí va a ser un hecho de lo más significativo.

Resumiendo, he leído, quiero decir, me he leído todo lo que escribí, y por un momento el horizonte se separó de la línea de tierra, así es como defino yo, obtener perspectiva reveladora.

Perdonarme, hace mucho, mucho tiempo que abandone estos campos, mi caballos murieron de hambre ya que los pastos no crecieron y por un momento abandoné el mundo de las indagaciones mentales motivado por el mejor de los motivos, la felicidad simple y llana.

Alejándome del arte, yo siento (sentía) la necesidad de expresar, mas bien la enfermedad de expresar, porque estoy triste, no estoy feliz, las circunstancias, malditas y constantes ellas.

Hoy es la hora de forzar, por asuntos, casualmente motivadores; por un momento he llegado a pensar que se me dio bien escribir durante estos años y que mis textos fueron y son como el buen vino, hay que dejarlos abandonados en el tiempo y con sus circunstancias (otra vez) y eso es lo que les ha dado tridimensionalidad y tal vez madurez y dulzura infantil, creo que de esto último he encontrado bastante.

Navegando entre delfines, no me gusta hablar sobre mi mismo; de lo que siempre hable fue de la vida enmascarada en lo que a mi me pasaba. No hace poco me encontré con una definición (de algo) que escupiré de mi memoria, ¡aterrorizados quedáis!.

Este algo es toda aquella creación que tiene como único propósito ello mismo. Bonito por fuera, Mordor por dentro, ¿qué es?....una top model.....navegando entre delfines otra vez.
La definición podría ser la vida misma, pero no, esta descrita tal cual para referirse a lo que es arte y lo que no lo es. Por lo que es una manera para comprender lo inexplicable que es la vida, podemos afirmar que la vida es arte y la tierra es un bonito museo, la típica galería de arte de un pueblo perdido que tuvo auge cuando fue abierto pero terminó siendo un restaurante, un mesón.

Haciendo resumen del resumen, esta entrada quedará etiquetada con la palabra vida, como la mayoría de mis entradas. Creo que es la etiqueta comodín para todos los casos, risas a mi.

Por último agradecimientos a Lupus Aley y Koala Felicis por ser vosotros, que fácil. (Creo que habéis desatado al tigre)

22 de enero de 2013

Guerra de baile.

Estoy alegre, con ánimo brusco y pensamiento focalizado. Una desgarbado presencia que se acerca a la audacia del borracho y el atrevimiento del seductor.

Un estado mental que quiere acercarse a la agilidad que me capacitaría para que, con estoque de filo sutil, pudiera escindir la comisura de las costuras que velan un misterio importante.

Me gustan los guerreros que saben bailar. Los guerreros son siervos de la guerra, se quiera ésta apellidar con el nombre de un dios o de un país. Así que sabiendo bailar danzarían al compás del sueño de aquello que la guerra entrega a la humanidad con roces sin daño y contacto sin coces.

Imaginad, pensad un rato o un año, que cada vez que un hombre le declarase enemistad con intenciones a otro, cada vez que un país quisiera derribar a otro únicamente sucediera que todos bailaran. Jajaja, ¡duelo de bailes!

Lo más importante de esto es que no estoy bromeando, mi mente está vendida al arte más supremo y sé la tragedia, el amor y la venganza que pueden encerrarse (o liberarse) en una coreografía, un coro de cuerpos.

21 de enero de 2013

Recopilación

              

               En una fría tarde de invierno, una joven muchacha escribía sus inquietudes en un diario. Debido a la proximidad del fin de ese año, se había propuesto hacer una pequeña reflexión a papel de las vivencias acontecidas en aquel periodo de 365 días.
 
                La idea le había venido de improviso, mientras se dedicaba a otros quehaceres.  En el preciso instante en que se le ocurrió, le había parecido un proyecto asombroso: poder rememorar momentos irrepetibles, hacer un recuento de sus fallos para no repetirlos, describir sensaciones que de otra forma podrían caer en el olvido, y una larga lista de ventajas que le hicieron dejar al instante sus otras tareas para poder esbozar un pequeño esquema de lo que tenía en mente. Sin embargo, pese a su esfuerzo y empeño iniciales, al cabo de unos minutos tuvo que dejar de escribir, pues otras actividades requerían de su atención.
 
                Al atardecer, después de terminar con todo lo que tenía pendiente, pudo por fin dedicarse a tal magnífica labor. Comenzó escribiendo en un estilo coloquial y alegre: las palabras salían a borbotones de su alma, y deseaba plasmarlas tal y como le venían a la cabeza. Todo parecía ir a las mil maravillas hasta que llegó un punto en que su mano cesó de moverse. Consternada, se percató de que su esquema inicial no estaba terminado, y llevaba un buen rato yendo a la deriva entre los felices recuerdos de su memoria. Para poder retomar el hilo de sus pensamientos, dejó el bolígrafo, y comenzó a releer lo que llevaba anotado. Casi de manera inconsciente, todo lo que había transcrito hacía referencia a vivencias totalmente banales y sin importancia. Recuerdos vacuos y divertidos,  pero nada transcendente. Nada profundo. Como cabe esperar, intentó ahondar más en su interior, en busca de algo relevante.
 
                Comenzaron a pasar las horas, y con ellas, la luz del día se extinguió por completo. La pequeña hojita del esquema, que en un principio había sido digna de admiración por su pulcritud y limpieza, ahora se hallaba llena de anotaciones rápidas e incoherentes, entrelazadas por flechas, e incluso tachadas con rabia. Jamás se habría imaginado que aquel proyecto tan prometedor, que le había llenado de tierna ilusión, se convertiría en aquella quimera tan espantosa. Puesto que se veía incapaz de desanudar el barullo de emociones que había desatado inconscientemente, se dejó llevar por la desesperación. Gruesas lágrimas comenzaron a recorrer su rostro, ardientes y cargadas de enojo. Era como tener constantemente la palabra en la punta de la lengua, y no ser capaz de pronunciarla. Se sentía tan frustrada que, finalmente, convirtió a su pobre diario en víctima directa de aquel absurdo ataque de ira: en apenas unos instantes, el trabajo de todo aquel día, aquellas páginas llenas de sentimientos y anécdotas, quedaron ocultas para siempre bajo un torbellino de líneas que parecía no tener principio ni fin. Una vez terminada la masacre literaria, cerró el diario y lo escondió, como si fuese un horrible secreto que jamás debiese ver la luz. Casi automáticamente volvió a la realidad y recordó todas las cosas que le quedaban por hacer, cosas que había pospuesto esa tarde para, a su parecer, acabar haciendo algo totalmente carente de lógica y valor.
 
                Como si nada hubiese ocurrido, los siguientes días se dejó arrastrar por la rutina y por las facilidades de seguir un horario preestablecido. Apenas con tiempo para pensar, se limitó a continuar su vida justo donde la había dejado: antes de querer abrir su particular Caja de Pandora. Sin embargo, el ajetreo diario le hizo ver que ya no sólo no tenía tiempo para pensar, sino que además, tampoco tenía tiempo de hacer las cosas que le gustaban. Aquel molesto impertinente hizo que odiase aún más su pequeño fracaso, que no pudo más que apreciar como un tiempo valioso e irrecuperable totalmente malgastado.
 
                La incomodidad mental en la que se hallaba cuando estaba a sola con sus pensamientos, sumado al constante frenesí del día a día, hicieron mella en su estado anímico, que se redujo a un malhumor más que notable. Una tarde, una amiga preocupada por ella le hizo una pequeña visita. Hablando de todo un poco, le sonsacó a la joven el por qué de su malestar, y en un intento por aconsejarla y consolarla, entreabrió de nuevo aquella pesada Caja que tanto había costado cerrar. Cuando vio que la muchacha comenzaba a discurrir sin orden alguno, la interrumpió suavemente, y le preguntó:
 
                “¿Qué importa eso ahora? ¿Acaso va a cambiar algo? ¿Te va a ayudar eso a mejorar tu vida en este preciso instante?
 
                La joven, confundida, no supo contestar. Cuando su amiga se marchó, el peso de aquellas preguntas recayó sobre ella. Pensativa, a la vez que dubitativa, se acercó al lugar donde había escondido el diario. Lo tomó entre sus manos y releyó vagamente lo poco entendible que asomaba de entre las rabiosas líneas. Con decisión, se sentó en el escritorio, tomo un bolígrafo, y escribió a continuación:
 
Si no sueltas el pasado, ¿con qué mano agarras el futuro?
                 
                Y escrito esto, cerró el diario de nuevo y lo guardó, en un lugar mucho más vistoso que antes. Sintiendo paz al fin después de tantos días de remordimiento, observó detenidamente el simple encuadernado, pensando en qué diría su posterior yo cuando leyese aquella última frase. Quizás decidiese tacharlo. O quizás no.

Repartición de bienes



"[...] y como bien sabes, no se podrá sustituir nunca, pues un agujero negro no puede coexistir con nada que tenga cerca, ya que lo absorbería. Lo que tengo que hacer es aprender a vivir con ese agujero, y a ser posible, alejar el resto de mis espacios de él, para que no los absorba. Para que no te los quedes."

20 de enero de 2013

El deseo más puro.

Mirad aquel anciano desnudo con luenga barba y cabellera cana como único obstáculo de su desnudez.

Qué espectáculo verle correr por entre unas matas seguido de perros, salta peña tras peña con la intuición guiando su vertiginoso movimiento, se encoge y gira y atrapa entre sus manos la consecuencia de su salto, y sube y serpentea a través de la piel de la montaña. La atrofia muscular de su cuerpo nonagenario es desoída por la voluntad de la evidencia.

Su mirada es irrevocable, él llegará. Y levemente se asoma el milagro, sus facciones y su constitución se van recomponiendo en un rejuvenecimiento progresivo. Cada paso, cada zancada y cada altura tomada dejan la promesa de un año menos sobre la fisionomía del anciano. Se va firmando en su presencia el testigo de un regreso, el testigo de un ocaso.

La piel ajada va resolviéndose en una tersura vehemente y elástica, los surcos de sus ojos se retiran para extender un entorno decidido a su mirada incansable que no ve por donde va sino a donde se dirige. Los músculos renacen en el reino del cuerpo haciendo de su acelerada e inagotable carrera un hecho más razonable pero igual de extraordinario y fantástico.

Llega a la pasional y cándida juventud en su rostro y acaso se asoma ya en su barbilla la barbarie barbilampiña jajaja, y ante su perspectiva se alza aquel lugar que solo él conoce y conocerá, aquel bosque de robles que en su interior tiene un círculo geométricamente perfecto de unos 15 metros de diámetro en el que no crece la vegetación. Aquel lugar, su lugar, mi lugar.

Atraviesa el perímetro del claro ya un niño de blanca y hermosa desnudez en plenitud de lo que algunos dan en llamar ser. Jadeando se detiene recuperando el aliento que el anciano embargó al niño, se acerca lentamente al centro donde hay una piedra de obsidiana, negra como la noche que acompañaba la escena. Levanta la piedra y la pone a un lado y con una delicadeza inexpresable recoge un poco de la tierra húmeda que reposaba bajo ella para después untarse el rostro con ella como si fuera un bálsamo de pura belleza, con esa expresión de éxtasis que tienen algunos niños cuando son felices.

Tras ello, derrama una lágrima, dos y hasta tres ,mientras su rostro acoge un gesto de suma concentración y transcendencia. Sus manos se dirigen con inteligente precisión a la superficie de la piel donde se hunde su corazón e introduciendo la yema de sus dedos en su carne atrapa un hilo de plata del que tira y tira hasta obtener unos metros de la etérea sustancia. Con profundo amor lo enrolla cuidadosamente y lo mete en una bolsita de seda blanca que cierra tirando de su cordel.

Ahora con una expresión de profunda pero consolada pena, con un terrible afán de contención y pasión deja la bolsita sobre el surco de tierra húmeda que había bajo la piedra. La expresión de su cara es análoga pero con una dimensión mística a aquella que adquirió el rostro de Bob Cratchit mientras depositaba el bastón del pequeño Timy, su hijo, en la tumba en que descansarían eternamente sus restos. Un adiós espiritual.

La bolsita como impelida por unas arenas movedizas se sumerge en la tierra. El niño viejo coge la piedra y la deposita encima. En el oscuro cielo nocturno una estrella fugaz destella con una luz que él responde con el deseo más puro.

19 de enero de 2013

Concerto


               
                Comienza siempre con una palabra, una frase, una imagen, o una simple melodía. El rostro se contrae en una mueca de repentina molestia, que provoca una leve irritación en los ojos. Mientras éstos enrojecen gradualmente, la respiración se entrecorta en una exhalación, para después derramar una única lágrima que recorre la mejilla, adagio, abriéndose camino entre la sequedad del rostro. Es el preludio de la catástrofe, y no hay regreso posible. Al menos, hoy no.

                El manantial de tu alma se abre y no cesa hasta la coda. A éste, se le suman los jadeos por falta de aire. El pulso se acelera, la vista se nubla, la mente se turba. En un macabro compás, los elementos se sincronizan a la perfección, comenzando en grave, siguiendo andantino y culminando en presto. El crecendo es inminente. 

                Los recuerdos bloquean la conciencia, permitiendo sólo el sentir, para bien o para mal. Escenas pasan prestissimo, y se pausan a voluntad de una Mano ajena al mero control racional. Voces en la mente susurran palabras que dañan lo poco que queda de ti, palabras que significaban Todo. Ya no ves lo que tus ojos perciben, pues la vista se queda clavada en un rincón, anclada para que el Ser no marche a la deriva siguiendo las escalas de la locura. No existe más realidad que el ácido que recorre tus venas, y los recuerdos a los que desesperadamente te aferras.

                El picco, por circunstancias, es imposible de alcanzar. Sin embargo, no existe sosiego para esta sinfonía de lágrimas y sollozos, de modo que tu única salida es el “smorzato” de la irrevocable cadenza. Ahogas tus gritos en tela barata, mientras te explotan los pulmones y el estómago sufre las consecuencias de la resonancia y el aplastamiento del diafragma. En un frustrado intento de calmarlo, te abrazas el vientre con desesperación, tratando de sostener algo que no terminas de comprender. El primer desahogo desencadena el frenesí y el descontrol, pues a éste se le siguen un tercero, un cuarto, un quinto; siempre siguiendo el crescendo establecido, en un tempo vivace. La garganta se inflama y arde como en el mismísimo Infierno. El cuerpo se convulsiona violentamente senza misura, de forma espasmódica, que no deja de aportar su ritmo a este concerto, hasta que el tempo original y el provocado por los acontecimientos se fusionan en uno solo.

                Es en ése entonces cuando, sin previo aviso, un repentino cansancio se apodera de tus músculos. Los dedos dejan de arañar la delicada piel; piano, las piernas aflojan su irrisorio nudo, los temblores cesan. La respiración y el pulso se van ritardando, hasta que ya sólo te queda el silencio. Acariciándote con tenerezza, alcanzas la quasi normalidad.

                Pero esto no es más que un engaño, puesto que se trata de un mero interludio, un simple aperitivo. Las memorias siguen ahí, como eterna constancia de tu incompetencia. Tratas de negarte, te resistes a que el concerto continúe, pero cuanto más te repites “No”, más consciente eres de tu propia miseria, y más te hundes en la oscura y vertiginosa melodía del desconsuelo. La cadenza amortiguada se repite aún más agónica que antes, y todo el proceso se sucede con una fortissima dinámica.

                Y finalmente, el cuerpo opta por el desarraigo. No necesariamente ad libitum, la calma va invadiendo poco a poco a todos y cada uno de los integrantes de esta Gran Obra. La desorientación intelectual es uno de tantos efectos secundarios de componerla y representarla ante el mudo e inerte público, pero el alivio es instantáneo.

                No existen más aplausos que el latir normal del corazón, ni más agradecimiento que una mente serena, salvada un día más de su posible perdición. Aunque, ¿quién sabe? Quizás la próxima vez que la inspiración vuelva, no tenga tanta suerte.

17 de enero de 2013

Nuevo comienzo



No paro de pensar en esta vida como una historia que se escribe e improvisa sobre la marcha. Al principio podemos parecer torpes, pues sólo somos capaces de garabatear palabras sueltas, al azar, cosas que acabamos de aprender. Conforme somos conscientes y nuestro intelecto adquiere complejidad, emulamos las ideas de otros, repitiendo lo que nos inculcan, hasta que finalmente, llegamos al punto del no retorno: nos emancipamos del concepto y la subjetividad, buscando nuestra propia óptica, nuestro propio objetivo con el que enfocar la vida. Ves las cosas desde otro punto de vista, y comienzas a escribir entusiasmado, a vivir con alegría como nunca creíste hacerlo. Disfrutas de tu propia y genuina genialidad.

Pero llega un punto en que los capítulos parecen repetirse. Casi sin darte cuenta, los días se suceden, y te dejas llevar por el desamparo de la uniformidad. Desilusionado y abatido, ya no vives, te dejas vivir, esperando (quizás sin darte cuenta) algo que no terminas de comprender.

¿Por qué esperar, pudiendo ser tú el que cambie el rumbo de tu vida? ¿Por qué sentarse a mirar cómo otros escriben tu historia, con esos estilos que tan poco concuerdan con el tuyo? ¡Que pueden incluso romper la armonía de tu lírica! Par diez, coge el bolígrafo inmediatamente y sigue tú mismo. Dale un cambio radical a tu crónica. Sorpréndeles con lo inesperado, y vive de nuevo.

16 de enero de 2013

¿Amor al odio?

Podemos distinguir diversas especies de odio pero hay una familia muy amplia que nace de un amor sin destino. Son odios de amor contenido.

Un veneno complicado que se alumbra a sí mismo, pues contamina el único agua que te puede sanar. Odias lo que no puedes amar, con lo cual deseas aún más amar, por lo que odias más todavía desde un deseo, que ya no es AMOR.

Una trampa de salida inefable que pasa por espiritualizar y recorrer tu odio hasta su conclusión: Atreverse a odiar con pasión (voluntad del corazón).

Quien es puro sabe amar. Quien sabe amar, puede amar. Quien puede amar no entiende el odio.

Es libre de odio quien sabe la sabiduría del amor infinito. Quien sabe que SIEMPRE se puede amar.

Valientes del corazón, odiad con toda la honestidad hasta el final de vuestro odio, que es su principio. Explotad cada uno de los cauces cortados hasta hacer torrente del agua estancada, que es lo que quiere la virulencia del odio: Sanar.

¿Amor al odio? ¡Odio hacia el amor!