26 de diciembre de 2012

Testigos...

¿De verás que no habrá testigo al que llamar?

Cuando mi silencio se firme y mis pasos me retiren de lo que llamabas mundo.

No habrá voz o mano inocente que transpire el sentido de un recuerdo que nos guarde.

Repetirás cual letanía: ayer, ayer, ayer... cada vez más inaudible para que el olvido lo recoja.

Entregarás un nuevo rostro y elegirás una voz que tome del tiempo tu legado y te desdiga de ti misma.

Reclamarás un escudo que te esconda y un mañana que retire del mundo tus suspiros, que nacieron de inspiración.

Ligarás a esos huesos temblorosos el reclamo de un desvelo que te vista de un adiós.

Aventuras del eco llegarán reptando por los reinos de un ensueño y la suave piel se volverá escamada alertada por un escalofrío.

Sonrisas de hielo no te dejan ser feliz, y eso es fuego...para mí.

Se cierra la cesión, la noche ya se hizo sobre mis espaldas.

Sostuve entero el firmamento y tragué de las estelas el destino, tramé en su silueta lo eterno y juré vivir en ello.

Dejo a lo árboles gritando la verdad del amor, a los lobos representándola ante mi luna y a los mares rindiéndole oración incesante sobre aquella" orilla.

19 de diciembre de 2012

Quiero arroparme en mi infancia y volver a soñar.

Quiero creer que creo un día en que dejaré de querer.

Me rindo a la deuda de descubrir cada día el deber de una renovada libertad.

Me libero de ideas que ahogan el agua que respiro.

Aprender a bailar, a cantar y a entonar, es decir, a musicalizar, se me presenta como camino atractivo y necesario.

Desde un tiempo que acaricia mi niñez sé que tendré un husky siberiano que se llamará Fuego y una gata negra de ojos verdes que se llamará Noche.

Me palpita la mente cuando paseo por las bibliotecas y sus promesas.

Me mana el corazón de un no sé qué sin nombre cuando la naturaleza rodea mis sentidos. Hay instantes en los que percibo internamente que naturaleza es todo lugar del universo y, entonces, ese sentir se fraterniza con mis circunstancias.

Quiero saber amar a todo ser, pero aún estoy estudiando ese lenguaje esquivo.

Tiempo, eternidad, muerte, vida, fuego y hielo. Busco su sinonimia.

He caido tan bajo que aprendí a levantarme.

Agradecer es iniciarse eternamente en el amor.

Muerte es lo que haces cuando terminas de vivir. Los finales siempre fueron tan elevados como las historias que los traen.

"...yo amo los mundos sutiles/ ingrávidos y gentiles..."

Mis sueños pueden durar una vida y evaporarse en un instante.

Hay una sombra que me persigue, quiere revelarme, pero corro más que escucho.

De salud frágil otrora, hace tiempo que no enferma y se reafirma en que adora el frío. ¡El frío del Norte!

Sólo sé ser más rápido corriendo al intentarlo.

La vida no me vino para perderla en tiempo, me vino para ganarla en verdad.

26 de noviembre de 2012

Del pensar

¿En qué pienso? Sabía decirlo, pero olvidé llamarlo: para qué sirve el nombre de lo que nunca llega porque jamás se fue. En rostros fugaces que escapan tenaces a la mirada tendida, en instantes sorpresivos de inmanente belleza, en horrores desnudos de apasionada eternidad, en..., en..., en...aquí, por dios aquí. Un dios en minúsculas, de mi tamaño, de mis necesidades y de mi necedad que al tiempo me espera y me recuerda, y me sueña y me descubre y me rinde y me devuelve. Aquí, en mí, para mí, a mí través, que me reserva un espacio de gloria y paz, de risa y canción...espacio de amor incorrupto, unidad de silencio circular. Qué recito que reciclaré cada paso de mi ser para darle un sentido necesario, que suspiro que respiro por ser un manantial de la vida que me conduce y me sostiene, que clamo por donde quedan los techos del mundo porque espero de la esperanza.

¡Espero de la esperanza!

30 de octubre de 2012

La espera.

Necesito escribir, como el moribundo que pide beber. Haré como si supiera expresar lo que significa ver tu mundo velado por raíces antiguas y oscuras, como si quisiera abrir la puerta a las heridas y beber hasta desfallecer en la noche más solitaria.

Es cerrar los ojos y retumbar entero tu ser con el repicar de las campanas de una locura desconocida, que llama y espera. Quieres llegar y, sin embargo, te invade con una fuerza y una profundidad inmensas, impronunciables, una tristeza tan grande como tus pasiones secretas.

Sostienes tu postura con gesto perdido y reconcentrado mientras en tu fantasía ves un inmenso mar derrumbándose hacia ti. Y en el fondo sabes que todo aquel reino de sal, agua y viento que se avecina ante tu mirada, te pertenece. Sabes que el infinito golpe que te espera es un reencuentro y una ensoñación irrevocable del alma, un testigo de tu pasado más real e intrínseco, una voluntad inquebrantable y primigenia.

Queda sonreír, sonreír como antes del mayor de los ocasos mientras te preguntas ausente cuántas muertes más te esperan, cuántas olas del mar infinito te deparará el camino que el sueño que desvives te entrega.

Dónde queda el amor, dónde la santa patria que jamás llega.

21 de septiembre de 2012

Feliz cumpleaños, grata edad amigo.

Hoy quiero escribir y a estas horas (estaba todo planeado para dormirme en clase) con naturalidad y sin intensificar el estilo, de mi amigo Miguel, coautor de este blog.

Estábamos un distante día dispersando alegremente nuestro tiempo en el aula de informática de una escuela politécnica de cuyo nombre no quiero acordarme, cuando entre música y vídeos de interés él tuvo el ímpetu y la voluntad de expresarme que sería una idea buena crear un blog juntos puesto que a ambos nos apasionaba escribir y habíamos comenzado a trabar una simpática amistad. Y mucho hemos disfrutado y volcado dentro de esa ocurrencia suya de hace más de tres años. Gracias Miguel.

De sonrisa facilona y gesto facial virtuoso y vertiginoso, con los años y el tiempo he ido conociendo lo que ese rostro de mil caras esconde. En tiempos de bajada sé que perdía con el mundo que anhelaba y revivía con la ilusión del alma más aniñada y noble.

Creo que él demuestra cada día a cualquiera que se pare a mirar lo que significa conservar la libertad del niño. Desde embestirme como un uro en medio de la calle y lucha grecorromana en los jardines de la universidad, a los chistes más malos, pasando por serios de minutos (en los que corría el sudor que presionaba la sonrisa) y llegando a los comentarios y actos más desvergonzados. Para acabar, siempre acabar, partiéndonos de risa.

Creo que es de reseñar, que fue a yoga de pequeño y que recuerda cada uno de los movimientos y frases que su profesora le enseñó. Eso nos brindó una mañana de contorsionismo bastante interesante y a mí la oportunidad de comenzar aprender ese arte de meditación.

Tiene una amnesia manifiesta hacia sus idas mentales y bromas explosivas, no escucha lo que no le interesa aunque lo intente, pero aprende de todo lo que sí le interesa. Deja que los insectos invadan sus pertenencias con maternal condescendencia y da pésimos consejos con la mejor intención jajajaja.

Podría escribir más y de distinta manera, traer un poema o llevar el lirismo, pero sinceramente dejaré que el poso filosófico lo dejen nuestros días de yogas, nuestras conquistas de las montañas, las sesiones de fotografía, las letras que lleguen al blog y las que marchen al silencio. Que de la amistad hable, el tiempo que nuestras decisiones nos depare.

Un abrazo Miguel Herranz, te deseo que vuelvas al polvo, ya me entiendes, y que próspero sea tal camino.

9 de septiembre de 2012

Poesía de viejos.

Hace algunos días mientras caminaba con rumbos y tareas anodinos que exige la existencia social me encontré de pleno y por sorpresa con un diálogo ajeno que impresionó y provocó todos mis sentidos más valiosos.

Me crucé mientras me dirigía al estanco con dos ancianos de cinco extremidades que con paso penoso y trabado caminaban acompañando sus soledades del calor de una conversación. Mis despistados y atentos oídos palparon y degustaron dentro de este casual asalto indiscreto de los sonidos de la urbe la palabra poesía, con un tono apasionado que contrastaba con la voz quebrada y apergaminada de quien la entonaba.

Mis pasos continuaron y mi mente se desdijo del suceso hasta que regresaron al cruce donde estos dos ancianos continuaban su idilio dialéctico acerca del sentido verdadero de la poesía. Mis pasos se detuvieron y mi mirada se volvió descarada hacia ellos con la firme intención de contemplar invisible el prodigio y desarrollar las tempestades poéticas que amenazaban con rescatar mi conciencia del estado despierto.

Ahí estaban, octogenarios y tambaleantes, gritando en defensa y rescate del sentido puro de la poesía verdadera. Sin pelo pero con viento, sin piernas pero con camino, firmes y apoyados en el bastón sutil de las raíces de tierra oscura. Con la fuerza del que eleva la intensidad de una voz temblorosa y de quien, ante la misma muerte, habla más allá de la vida, surgiendo en verbo y soplo de la eternidad.

Será expresivo que confiese que quise o creí ser observador de la expresión clara del verso de Bécquer. Que refiera que algo en mi interior rugió: ¡pero siempre, habrá poesía!

Y si me veo en el espejo del porvenir y traigo conmigo la fantasía de luengos años... me veo anciano de cuerpo débil y huesos grandes y cansados, que recogiéndose siguen danzando con la música de la belleza, que aún sin hambre ni alimento digiere los pastos del buen amor; la sombra de una sombra de una sombra que sus velados ojos advierten sigue buscando la luz en su mirada y el corazón con latir quejumbroso continua llamando el origen del principio con una esperanza...ya esperada, ya convencida.

13 de agosto de 2012

Un dieu sauvage

Hace unos días vi "Un dios salvaje", una película en la que tomaron cuerpo de manera efervescente e hilarante, pero progresiva, ideas acerca de los buenos usos y la cortesía protocolaria que ya se venían fraguando en mí desde la observación y la crítica de la "buena" educación occidental.

Se nos da un camino adecuado y se nos enseña una conducta apropiada, nos aducen a una amnesia en medio de un sucedáneo de bienestar y nos extirpan la curiosidad del mundo junto con la pasión de conocer. Si no hay preguntas, tampoco respuestas y, así, puedes elegir la que más te convenga aunque te engañes.

Sabemos que tenemos que taparnos la boca al bostezar, pero nunca se nos enseñó a escuchar a nuestros sueños ni a entender nuestras pesadillas.

Cada día queda muy cordial y civilizado decir compulsivamente por favor y gracias, pero nadie te explicó ni te guió hacia el significado bíblico de la máxima: "Pedid y se os dará". Tampoco te descubrieron el sabor del agradecimiento, ni la pureza psicológica de la generosidad.

Deja salir antes de entrar, cede el asiento a tus mayores, no eleves el tono de voz ni hables con la boca llena y serás alguien digno de vivir en sociedad. Parece razonable y hasta bueno pero se va fundiendo en una amalgama indistinguible de normas con valor humano y auténticas chorradas que homogéneas se integran en la cabeza del humano insubstancial para darle una ley que sigue insípidamente sin entender, que le recoge y le esconde, que le incluye y le normaliza ante los ojos de sus semejantes.

Reprime todos tus impulsos más básicos fingiendo en todo momento que eres capaz de controlarlos aunque te estén destrozando la mente por dentro. Si aún eres capaz de sonreír a un conocido nadie se dará demasiada cuenta.

Reír como un niño y hasta romper cualquier tensión, hablar más alto de lo que late tu corazón, decir lo que piensas,ser indiferentemente diferente, esquivar la presión de la reprobación ajena, bromear sobre cosas serias o, en definitiva, cualquier tregua a la vida es cosa de bohemios y maleducados.

Pero más que lo que se aprende, pesa lo que se sabe porque se ve, las mil barreras que se pone la gente para excusarse su infelicidad y esconderla de las miradas que la ignoran o que la quieren. Las fronteras y las aduanas que las personas se imponen porque están seguras de que no merecen la libertad del viento. Las pesadas anclas que hacen del mar un vano espejismo de eternidad.

Nos enseñan a pararnos y nos dejan que malgastemos toda nuestra vida en encontrar las razones de nuestro estatismo. Pero ¿quiénes? Lo más triste es eso, nadie, porque nadie puede si decides lo contrario o, más bien, lo alternativo. Nadie te puede separar de la vida si la eliges como camino y destino.

Aunque lo más peligroso y acaso lo que echa por tierra cualquier posible ínsula ventajosa en este mar de desventuras que nos marca cegarnos a lo establecido es que nos da mucho espacio para desarrollar a la sombra y fresco de su polvorienta figura toda clase de mezquindades, podredumbre y decadencia invisible y sabrosa. Invisible porque nuestra buena imagen la esconde y sabrosa porque cualquier cosa es preferible al agujero de la vida, al hastío. Podemos vivir tranquilos y aceptados, e, incluso adulados mientras nos corrompemos sin ojos que nos reflejen la luz oscura de nuestra estrella apagándose.

Yo continuamente veo tras el velo de la buena apariencia, enormes luchas de poder que bajo las normas establecidas tratan de derribar al contrincante desde sí mismo. Tira de la cadena, baja el cuello e inclínate, siéntete culpable, deja que te salve...deja que alimente mi ego animal sin pisar la línea de la mirada social, sin dejar huella ni garras.

Y así se veía en la película, dos parejas de padres que se reunían para solucionar la trifulca de sus hijos en la que uno de ellos le había roto la mandíbula al otro con un palo. Comienzan dialogando conciliadores, pero tras la tensión sutil y casi imperceptible al principio de la reunión en la que los padres de la víctima exigen a los del agresor una cesión, una inclinación, va desembocando con genialidad de los actores en una violencia psicológica desaforada que desnuda a todos los personajes desvelando que están podridos por dentro hasta un extremo insospechado desde las sonrisas y pretenciosa humanidad inicial. Una corrupción oculta tras la cortesía y que tan solo las concesiones crecientes a las tensiones reprimidas acaba desvelándoles, a ellos mismos, a sus parejas y a sus invitados.

Todos acaban afirmando que ese es el peor día de sus vidas, por ser el día en el que se abandonan a ver aquello en lo que se han convertido y que han aplastado bajo la presión de la apariencia interpretada y deslucida tras décadas de rendición y pérdida.

Con el tiempo suficiente uno aprende a discurrir naturalmente (o casi) bajo las corrientes del contexto social, a respetar los mandatos y las llamadas de la naturaleza para en lugar de cortarlas y sustituirlas poder regarlas y aportarles la luz necesaria para vivir una vida auténtica desde lo que realmente somos. No es ser lo que escuchamos sino escuchar lo que somos, respetarlo y evolucionarlo.

Eso son alturas a las que ni el Dios Salvaje llega, pero si tengo que vivir en tierras que en secreto adoran al dios salvaje yo prefiero sabanas con leones, que urbes de deformes y secretos monstruos. Allí por lo menos el Dios Salvaje es justo.

2 de junio de 2012

La existencia de las realidades


            Todo objeto o percepción tiene un principio y un final. Si no existiese esta dualidad las cosas no podrían dejar constancia de su paso o nunca podríamos darnos cuenta de su presencia. Por ello el principio y el final, el nacimiento y la muerte son los sucesos que nos definen.
           En resumen, temo a la muerte tanto como amo a la vida.

29 de febrero de 2012

El espejo maldito.

No alcanzaba a recordar qué camino le había abandonado en aquella estancia, pero Viator poseía la certeza firme y misteriosa de estar dónde siempre había deseado. Todo lo que creía haber sido había quedado relegado en lo más recóndito y oscuro de sus recuerdos cuando traspasó los límites de la sala.

El suelo era un cuadrado cuyo lado tenía la altura de un hombre, su altura. No estaba pavimentado, su superficie era de arena fina y tenía el color del rubor de una mujer del norte. Carecía de techo y a una gran distancia, su altura se abría al firmamento a través de un gran círculo. Este hecho se debía a que a medida que ascendían, las aristas del prisma que le rodeaba comenzaban a curvarse en torsión y a divergir de manera que al final todas se unían, confundían y armonizaban para presentarse a la gran noche, cerradas y eternas.

Ninguna de las cuatro paredes le mostraban sus puertas. Tres de ellas eran de mármol imperial blanco. Surcadas por vetas que se entrelazaban en las figuras más diversas sin concretarse en ninguna forma definida, a través de un fondo níveo que parecía refulgir con dignidad serena y diáfana.

La cuarta y última de las paredes estaba cubierta por completo por un espejo hasta una altura que doblaba la suya propia. En su reflejo le aguardaba la visión de su cuerpo desnudo y por largo tiempo se detuvo a explorar cada una de sus formas y singularidades.

El cabello albino besado por el sol se extendía liso y radiante por encima de sus hombros hasta la altura del corazón. Su cuerpo venido en decadencia impresionaba ahora sus percepciones con el contorno de músculos apolíneos y atléticos,llenos de la belleza que supone la áurea geometría. Todo el vello que poblaba y escondía los secretos de su piel había desaparecido y su virilidad colgaba ahora insolente y seductora sobre la ausencia de sus testículos. Mas lo más enigmático y magnético de su cuerpo era su rostro que se había afilado en facciones delicadas y sensibles, ilustres y regias. Un rostro que presentaba la fuerte intensidad espiritual que transmitían sus ojos azules como zafiros, grises como la niebla bajo la lluvia.

Era tan terriblemente perfecto, tan sumamente bello, que pasó largo rato recorriéndose, contemplando incansable los caminos de su silueta. Adoptaba diferentes posturas para descubrir como reaccionaba su egregio cuerpo, como se colocaba y tensaba y como se relajaba y recogía con cada de uno de sus movimientos. Con cada uno de sus cambios...

En ocasiones se acercaba tanto al espejo que su aliento lo llenaba de vaho mientras observaba fijamente sus ojos con el deseo palpitante de traspasar los límites del reflejo y alcanzarse, tocarse, tenerse.Con el tiempo dejó de ser consciente de que lo que veía en el espejo era la proyección de su propio ser y desde entonces cayó profundamente enamorado del hombre que asomaba tras el cristal.

Aquel hombre se acercaba a él cuando quería de su compañía y le dejaba distancia cuando se alejaba para recordarle. Conocía y compartía cada uno de sus sentimientos. Cuando le excitaba el deseo, él le acompañaba, cuando sentía el peso misterioso del techo estrellado se tumbaba a su lado en su celda hermana e, incluso, dormía y soñaba junto con él. Sueños que nunca recordaba.

Pero todo ese placer y pasión con la que había ardido su corazón en presencia de su amado se terminó por volver pura agonía por causa del cristal que les separaba. Con fuerza y rapidez un torrente de odio le invadió, un odio hacia el cristal y hacia su debilidad que golpeaba inútilmente el inamovible muro transparente que les apartaba. Su hermano, su amante, al igual que él, estaba cada día más triste y más furioso y precisamente eso alimentaba su tristeza y su furia. Sentía la misma impotencia, la misma necesidad y el mismo amor frustrado. El mismo odio liberado.

Lloró durante la larga noche desconsoladamente, arañó con fiereza las sombras del cristal y lo golpeó con todas sus fuerzas hasta que de sus puños brotó sangre, que limpió rápida y desesperadamente con su cuerpo y su saliva.
Cuando una de esas gotas llegó a tocar la arena del suelo, la tiñó de un rojo escarlata que se fue contagiando y extendiendo al resto de la arena como una enfermedad.

Entonces un fuerte rayo iluminó el cielo y con la llegada del esperado y gigantesco trueno comenzó una gran tormenta. Llovía sin tregua de tal manera que se comenzaron a llenar los habitáculos. La lluvia era tan intensa que le costaba abrir los ojos ante las envestidas de sus gotas, pero no dejo de hacerlo con angustia para alcanzar el consuelo de seguir mirando a su amado que se debatía al igual que él con las aguas y los funestos sentimientos que traía.

Cuando el agua le llegó al cuello empezó a tomar aire para sumergirse y encontrarse con su amado, intentaba abrazarle, besarle, pero el cristal les separaba y la esperanza les huía. Bajaba, le miraba y volvía a subir. Una y otra vez, pero la distancia se volvía cada vez más larga y peligrosa. Él podía escapar, podía ascender pero no estaba seguro de que la celda de su amado tuviera la misma salida que la suya y no podía arriesgarse a abandonarlo. Le amaba, su vida no permitía su muerte.

Llegó un momento en el que tuvo que decidir hacer el último descenso sin viaje de vuelta. Para verle por última vez, para morir mirándole, viéndole. Llegó al fondo, aguantó la respiración y la presión, se mantuvo al nivel del espejo braceando con fuerza para contrarrestar el empuje del agua. Cuando sus pulmones cedieron y se llenaron de agua descubrió perplejo y exultante que el agua entraba y salía con el mismo efecto que el aire y que si se relajaba podía volver a posarse suavemente sobre el fondo de la prisión. Gritó con alivio pero ningún sonido salió de su boca, abrazó y beso a su amado a través del espejo y le prodigó las más cálidas y ardientes atenciones.

Se olvidó incluso de las alturas y de nadar, todo cuanto quería estaba en el fondo de la cueva, atrapado tras un cristal, esperándole. Nunca supo cuanto tiempo pasó ni le importó hasta el día en que algo cambió. Descubrió con espanto y aversión que una arruga comenzó a asomar en el rostro de su amado, pronto otras le acompañaron y el cabello se le empezó a caer por mechones. Algo malo le ocurría y con rapidez creciente devoraba la belleza de su cuerpo. Su bello cuerpo... sus músculos, su geometría.
Desesperó, enloqueció ante la decadencia de su amado, sus músculos habían desaparecido tras unos colgajos de piel flácida, las arrugas destruían la magia de sus facciones, las uñas de los pies y de las manos le crecieron en instantes. La barba le creció y se le cayó acompañando la escasez de sus cabellos y sus ojos le brillaron un instante con la luz de un dios para después comenzar a apagarse rápidamente como la vida de una mosca. Mientras, él ya no existía, no pensaba, era un ser que miraba, que desesperaba ante la visión de su amado.

Cuando todo el pelo cayó o flotó a su alrededor, cuando los músculos empezaron a fallar y las carnes se le hundieron entre los huesos, su amado empezó con histerismo a tocarse, a palparse intentando en vano recomponer sus formas y su belleza. Pero cuanto más se golpeaba y apretaba más rápido avenía la decadencia. Su carne empezó a separase de sus huesos con la fuerza y el esfuerzo de sus ademanes. Un esqueleto que ya se intuía comenzaba a amanecer ensangrentado entre los restos de su cuerpo, sus entrañas se pudrían y se consumían. Tan sólo su corazón apareció vivo entre su putrefacta carne y su cruel imagen ósea, palpitando con el miedo de todos los males del mundo. En un último acto de entrega su amado se lo arrancó con sus manos cadavéricas y se lo entregó. El corazón traspasó el cristal.

Cuando el corazón se entregó, una llamarada de fuegos verdes y azules se encendió sobre los restos de su amado con un remolino que al principio recibió su grito y devoró los pobres restos de sus carnes pero al tiempo empezó a agrietar sus huesos, a romperlos y a reducirlos a un polvo negro que comenzó a girar formando un tornado de mil colores y ninguna imagen.

Tras ello desapareció, y nadie más volvió a encontrar jamás la sala del espejo maldito.

24 de febrero de 2012

B&W

Era una completa evasión hacia otros mundos totalmente inundados en mi mente. El continuo golpe de las partículas de agua masajeaba mis ideas, y el vapor rellenaba el habitáculo perturbando las ondas sonoras de mis más profundos pensamientos. Principalmente recorría los oscuros terrenos de mi cerebro donde se debatía sobre la propia existencia del mas ínfimo objeto, y a partir de aquí todo lo demás eran temas secundarios. Seguidamente, sintiendo el escozor del agua entrando por los bordes de mis ojos, abordé los temas de las diferencias, el blanco respuesta del negro, el día como la noche, ¿por que me siento tan diferente de los demás?

21 de febrero de 2012

"People help the people"

Ese manantial que no desespera, porque en la penumbra se deslumbra con la libertad que le espera, porque en su claridad encuentra su mayor belleza; y es el Sol su tesoro y la luna su Dama de plata y ley.

Toma la mano del rey, venga la caída del plebeyo y tiembla el temor del sabio, son los tiempos que llegan y la canción de un ángel. La envidia roba artera los testigos del mañana, la tristeza trae consigo la melancolía de una grandeza; un ejército alado en la derrota de una mirada, que refulge por los misterios de su silencio.

Vanos los impulsos que no se deciden en sí mismos y claros los estímulos que despiertan la esperanza, gráciles las voces que levantan el alma y vacías aquellas que la derrumban.

Mirad, mirad esa mano suspendida en el aire del tiempo, con tantos dueños que parece la de un dios. Brilla con la luz de incontables corazones y yace en la duda más terrible, la que deniega una ayuda y perturba un corazón.

"La gente ayuda a la gente...y si estás nostálgico, dame tu mano, yo la sostendré..."

Y si la mujer fuese ángel salvaría al hombre, y si tan sólo cantara, caminaría sola por las calles del mundo. Caminaría hasta las costas de un corazón sobre las mareas profundas de su voz.

10 de febrero de 2012

Velos.

Comencé a escribir y mis manos hablaban de las trampas del alma, de los abismos del ser y de velos prohibidos para los sueños del hombre. Silencio, que calle este inmortal concierto, y mientras, veamos los truenos y escuchemos los rayos.

Habladme os lo ruego, de los velos traslúcidos que esconden la desnudez diáfana de las cosas puras, que yo os escucharé lejos muy lejos, con la atención prestada por la inocencia despierta del niño perdido.

Mirad como camina por ese pasillo sin paredes, temerario hijo de la vida, cree que juega al ajedrez pero podría correr, con los ojos vendados por las pasiones más encendidas, y no erraría un sólo paso. Mirad ese suelo acrisolado por el mosaico dual de las trampas más antiguas...y él, salta y ríe, canta y danza, juega y espera alegre caza de los signos del destino que atemperan su camino.

Creeréis acaso que ahora nada hacia lo profundo, desde un tiempo perdido en el recuerdo, hacia los castillos abisales de un mar, patria de antiguos naufragios.
Abraza al compás de un sentido elevado las aguas dormidas de sueños celestes. Y desnudo avanza por una corriente escondida las umbrías presencias que confunden su contorno.
¿Quién eres en la nada? Suspiran invisibles voces que a coro le alientan a volver y a perderse.
¿Quién eres en la nada? Cantan en terrible coro con una armonía tan bella que asombra y detiene sus sentidos, que hiela su sangre y confunde al corazón.
¿Quién eres en la nada? A trío tres veces repiten las sombras. Se detiene con la mente apagada, los ojos encendidos y el alma herida, buscándole ojos a las sombras más tiranas, creyendo ver banderas en la misma oscuridad. Intentando asir aire en el espacio, agua en el aire, sombras en la oscuridad.
¿Quién eres en la nada? Cuatro flechas, ni una más. Cae nuestro héroe en un sueño profundo, duerme más tiempo que las estrellas, sin flotar, sin hundirse, como sombra sin voz. Y en silencio se nutre con el tiempo una respuesta en lo más recóndito y seguro de su ser que se forja como la intuición de la mayor tormenta en el ánima de las fieras. Crece como el mar en el huracán o el fuego en el bosque más seco, como la primavera en la vida dormida, con la necesidad de la tempestad tras la calma, del grito en el silencio, despertando bestialmente en un golpe de conciencia que clama:

YO SOY LUZ.

Y ese coro, esa nana maldita, termina al fin con el aullido más espantoso y monstruoso, que despierta y glorifica el largo sueño de nuestro héroe desterrando sus enemigas a mil círculos de su camino.
Se observa, ahora puede, aún en la oscuridad que techa ya la mar de sus adentros. Una saeta de luz atraviesa su corazón pero no le mata, le quema, le enciende, le despierta. La saeta tiene en su cresta un hilo dorado que se pierde en el horizonte, lejos muy lejos.
Ya no nada, danza y recoge nuestro héroe su hilo con las caricias y los abrazos más delicados, tira y resuelve cada uno de los nudos que trae el camino de su sedal. Pescador de luz, pez de aguas profundas.

Aquel círculo de luz que inspiró al águila hacerse al agua, ese diminuto vestigio alentado por las alas de Gabriel, es la puerta de mil colores y riquezas que saluda su llegada. No hay cielo que no alcance, ni suelo que no ilumine. Fijando la mirada concentra la belleza. No hay punto que no abarque, ni centro que no rodee. Es la puerta.

La cerradura recibió su canción y entregó su aplauso. Bajó el templo o subió el héroe, recorrió salas y salas en un número que no entiende la mente y al fin llegó al principio que nos atañe.

La mano delicada y fuerte del nómada con patria acarició las vetas de la madera mientras empujaba lentamente la puerta que componían. La luz interior impactó en la atención de su mirada, bajando sus párpados e invocando su sonrisa.
La estancia le acogió, la puerta quedó oculta por la propia luz que de todas partes rendía y regía las formas y los tiempos del lugar. Tanta luz impedía observar e impelía a contemplar, pero sabía perfectamente qué era y qué buscaba, o qué encontraría.

Caminó hacia el lecho sagrado, con la mayor ternura, con las más alta pasión y en la más sabia paciencia retiró el dosel que protegía el sueño de su amada. El más silencioso abrazo les unió y el más amante y delicado cuidado guió los suaves ademanes con que retiró el velo que cubría el rostro de su amor.

Y bebió del último beso.

17 de enero de 2012

Toma de contacto




Sus tersas y claras mejillas se encontraban arrugadas contra el cojín de un sillón de cuero antiguo roído por la humedad del cual emanaban arterias que lo desquebrajaban. Empezó a sentir la fría humedad de sus babas alrededor de la comisuras de sus pelados labios que se extendía hasta el lóbulo de su oreja izquierda. Su postura recostada, era muy poco antropomórfica, mas bien digna de un posado abstracto. El cuello lo tenía rotado mas allá de los 90º con respecto al frente, uno de sus brazo se encontraba extendido por debajo de su peso por el cual no llegaba adecuadamente la circulación, y sus piernas eran un digno nudo marinero. Su siguiente paso en el algoritmo del renacimiento fue la apertura de un ojo, el único que era capaz de abrir, y tuvo que vencer la fuerza que le ofrecían el increíble enmarañamiento de sus cortas pestañas junto con los resquicios del lápiz de ojos negro mezclado con las legañas habiendo creado una incómoda pasta-pegamento. Decidió entreabrir su fina boca y así conseguir mayor extensibilidad facial, logrando que la luz entrara por sus retinas.

2 de enero de 2012

Hoy quiero escribir.

Hoy precisamente quiero escribir, hoy precisamente, que no tengo nada que decir. Hoy que es esta pantalla en blanco como el sol, que con su radiación, venga y quema las retinas insolentes; como el silencio, que tras la palabra hiriente, se impone ante el restallo de dolor en los ojos de la amada; o como la noche que vela nuestra mirada, cuando tras la jornada luminosa nos guarecemos en la casa sin hogar.

Necesito saber además de creer que aunque mis lágrimas me abandonen, que aunque mis hermanos me traicionen, que aunque la humanidad se devore, que aunque el Sol se apague, que aunque la oscuridad se corone, que aunque el mundo se acabe, que aunque el sueño me olvide, que aunque la soledad me condene, que aunque nazca y muera el último niño, que aunque triunfe la última guerra, que aunque me abandone el último amor, que aunque mi vida llegue a ser mi mayor maldición, yo, podré escribir.

Sin pluma ni tinta, sin papel ni pared, podré deslizar la hoja cómplice y fría de mi daga por la desnuda piel de mi marcada mano. Hendir con pasión y justicia su beso impasible hasta abrir un resquicio, una esperanza, por el sello inflexible de mi destino, del que mane como fuente, en sacrificio, la sangre perdida y exigida por las tempestades de mi espíritu.

Con mi propia sangre escribiré las letras desterradas del corazón, aunando los golpes dobles de su canción para adquirir conciencia y materia de su razón.

Sin mí, sin ti, sin mis letras y las vuestras, sin mi voz y con vuestro silencio, sin mi presencia y con vuestra ausencia, sin mi atención y sin vuestra contemplación, sin esa luz y sin esta oscuridad, sin mañana y, aún sin ayer, habrá poesía. Inefable, invisible e intangible, etérea y bella, eterna y nada.

Pero sin los dictados de mi sangre, yo no soy, ni seré.