28 de septiembre de 2011

El dolor que eleva

"Todo dolor es recuerdo de nuestra condición elevada"(Harry Haller)

Hace tiempo propuse a mi compañero el tema del dolor y no ha de retar un hombre si no tiene los arrestos para afrontar, él mismo, el reto que ofrece.

La única idea que pretendo expresar es la siguiente: el dolor es una experiencia reveladora y purificadora siempre que no se vierta en el sumidero sin fondo del egoísmo.

Cuánto estamos dispuestos a sufrir por las tragedias relativas que acaecen a nuestra persona y dispuestos a hacer para ahorrárnoslas. Pero si alguna vez emprendemos el arduo esfuerzo o nos encontramos con la feliz casualidad de sobreponernos a nuestro sempiterno ego se descubre toda la belleza de ese dolor y la naturaleza de su origen.

Se puede sacar plenitud de esa experiencia o de la distancia de la misma y entonces aprendes, la guerra se torna paz y el amor transmuta hacia el verdadero Amor, ya no vale todo, pero todo brilla por su autenticidad y pureza.

El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional, dijo Buda. Personalmente casi la totalidad del sufrimiento que he ofrendado a mi ego se ha perdido en la inanidad más absurda. Cuando transciendes tu sufrimiento, el dolor ya no se pierde en ti, vuela y sublima ennoblecido hasta recaer en tus hermanos, en el mundo y en la vida misma como ablución sanadora.

22 de septiembre de 2011

"Sonrisa de payaso, mi maquillaje mágico"

Se dice que la felicidad es un estado paralizante del pensamiento, que la miseria es la tierra fértil de la reflexión, pero hoy desoiré esta medio verdad.

La felicidad me inunda, siento como si estuviera a punto de explotar de luz, como si un Sol fuera a derramar su incandescente pasión por todo mi ser y tan solo una fina membrana de percepción o conciencia que se resiste a sublimar contuviera el torrente de fuego, del fuego que no quema pero limpia, que no se alimenta de formas sino de fondos.
Y dentro de este fuerte pero contenido sentimiento el mundo se revela con una inocencia cándida y diáfana, el vidrio de la mirada (ese que inunda nuestra despedida) transparenta por momentos dejando libre la senda de los rayos que pugnan por regalarse al universo.

La belleza de la vida afirma su raíz divina y toda su majestad se intuye como el deslizar de un infinito velo sobre la abismal hondura del sueño de los señores del tiempo. Paz, silencio e inmortalidad prometen los latidos vivos y despiertos de un corazón que recorre los ignotos senderos del destino señalado en la identidad ramificada de esa última caricia, de esa maravillosa cadencia.

Participar de las leyes del cambio, colaborar en el ensueño del bien, más cerca de la verdad que aunque paralela, espera al final de lo inalcanzable, al principio de lo incognoscible.

¡Cuánto misterio albergamos!¡Qué fortuna conlleva!

Tanto siento que compartirlo necesito con el baile hipnótico de la bienvenida pluma.

7 de septiembre de 2011

El sentido de realidad de los sueños

Qué real se hace el soñar cuando soñamos, nos sumergimos en el mundo onírico con una inconsciencia activa y realizamos las acciones más inverosímiles con tan solo un pensamiento.No creemos, creamos, salvando lo imposible, haciéndolo factible y, todo ello, en trance imperceptible, en sueño subconsciente que vence al presente y se dilata hasta acoger el tiempo de una vida, o de varias.

La dulzura más agria envuelve el despertar del soñador, una dulzura que decrece y se diluye en los trámites irrevocables de la limitada conciencia y hasta el recuerdo de lo soñado se espanta y huye de la realidad que todo lo invade o lo vacía. Y así, el sueño que en el acto resultaba atemporal, continuo, etéreo e intangible se fragmenta y confunde ante el rígido e inflexible análisis de la mente racional. Empero, la mayor parte de los despertares es amnésico porque no ocurre al finalizar las fases periódicas del sueño (neuronal) o porque la mente del individuo renuncia a interpretar un desordenado crisol ininteligible para sus formas habituales de pensamiento.

Mas son los sueños conscientes los que mayor incidencia han tenido en el devenir de los acontecimientos que tejen la historia del hombre, pese a que nuestra actual idiosincrasia globalizada y aséptica nos incline a desdeñar el valor intrínseco del sueño y del soñar, desde siempre fueron los que soñaron y no los que creyeron los que cambiaron el mundo. Quien se atreve a superar sus circunstancias presentes para idear o crear una nueva situación, estado, pensamiento, sentimiento, arte, es decir, el ser creador, el ser onírico, es el dueño de su evolución y por fortuna( indirecta) de la de todos.